Ni la culpa ni el pecado nos separan de Su amor
«Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro».
Jesús en la cruz murió para que no seamos condenados por nuestros pecados, Él tomó el castigo que nuestra rebelión merecía delante de un Dios justo. Ya no podemos ser acusados delante de Dios, ya que Él mismo nos ha justificado (33-34).
Jesucristo, intercede ante el Padre por nosotros, contamos con Su ayuda en esos momentos cuando el enemigo viene como un acusador, levantando la voz y denunciando nuestras palabras o acciones que nos hacen parecer más hijas del diablo que de Dios.
Sin embargo, podemos descansar sabiendo que tenemos un Abogado Defensor, Jesucristo (1 Jn 2:1) que conoce nuestro pecado, porque Él lo pagó en la cruz. Así que cuando hemos mentido o hemos sido incrédulas, cuando hemos actuado como hijas impacientes, esposas rebeldes, o como madres injustas. Cuando hemos sido hermanas egoístas, o empleadas perezosas, Dios lo sabe, lo conoce y no toma en cuenta esos pecados, porque Cristo pagó por ellos en la cruz.
En esa verdad podemos descansar, porque no hay ningún pecado, ninguna situación, ningún acusador, ningún sufrimiento o pérdida que nos pueda separar del amor de Dios (35-39). No hay nada, porque el pecado que nos separaba fue redimido y la deuda cancelada en Cristo (Lc 5:24, Jn 19:30) ¡SOMOS LIBRES!
Como Sus hijas, nuestros pecados han sido perdonados, y sabemos que Jesucristo es nuestro Abogado Defensor, por lo tanto, no necesitamos tener miedo. Aunque el acusador (Ap 12:10), el enemigo de nuestra alma, Satanás, quiera tentarnos y hacernos sentir culpables y avergonzadas, él no tiene el poder de mantenernos prisioneras de nuestro pasado, ni de nuestro pecado. Y aunque en esos momentos la tentación de huir de Dios puede ser fuerte debido a la culpa, a la duda y a la vergüenza que experimentamos, necesitamos recordar que Jesús está intercediendo por nosotros (34) y que Él nos defiende.
Necesitamos predicarnos el mensaje del Evangelio (Rom 3: 19-26), confesar nuestros pecados (1 Jn 1: 9), meditar en las promesas de Dios y descansar en el Juez lleno de gracia y misericordia que también es nuestro Padre.
Si no has puesto tu fe en Cristo Jesús como tu Señor y Salvador, pido a Dios que te conceda la sabiduría y la fe que necesitas para creer que Él te juzgará algún día y que Él realmente quiere tu arrepentimiento y que aceptes el sacrificio perfecto ofrecido por Cristo a tu favor … solo de esta manera serás declarado inocente.
Así que, ¿Qué vas a hacer? ¿Pondrás tu fe en el sacrificio perfecto de Cristo y aceptarás Su regalo inmerecido de salvación y vida eterna? ¿Te defenderá el Abogado perfecto que te compró en la cruz?
No somos perfectos, nunca lo seremos de este lado de la eternidad, pero habrá un tiempo en el que cada cristiano aparecerá ante el trono santo de Dios y nuestra semejanza a Cristo será exhibida por toda la eternidad. Que Dios nos ayude a perseguir esta semejanza a Cristo en nuestra vida diaria.
Padre, gracias por la esperanza que tenemos en Cristo. Gracias porque nada ni nadie nos puede separar de Tu amor. Nuestro pecado ha sido borrado, nuestra deuda saldada, somos tuyos y nos has dado en Cristo vida eterna y esperanza. No necesitamos temer ni al diablo, ni a nuestro pecado, ni a Tu ira, porque Cristo venció en la cruz a la muerte y al pecado y tomó nuestro lugar. Gracias por la victoria que tenemos en Él. Bendito y alabado seas por los siglos de los siglos. Amén
Dios te bendiga
Mónica Carvajal