El Salmo 145 y mi alabanza
«Todos los días te bendeciré, y alabaré Tu nombre eternamente y para siempre. Grande es el Señor, y digno de ser alabado en gran manera, y Su grandeza es inescrutable» (Sal 145:2-3).
Este salmo de alabanza del rey David es sin duda uno de mis favoritos.
EL rey tenía la intención de exaltar y bendecir el nombre de Dios eternamente, de bendecirlo todos los días (1-2).
Reconoce que, aunque no puede comprender totalmente la grandeza de Dios, Él es digno de ser alabado porque es grande y no hay otro como Él.
El rey nos recuerda la importancia del legado y del testimonio que se transfiere de una generación a otra (4). Cuán importante es que como madres le inculquemos a nuestros hijos la importancia de la alabanza a Dios, mientras proclamamos fielmente Su poder y Su obrar en nuestras vidas.
De la misma manera el rey David se recuerda la importancia de meditar en todas las maravillas obradas por Dios y en Su majestad (5).
Hacemos bien en imitar su ejemplo y en recordar la manera en la que Dios nos ha mostrado Su fidelidad, Su poder, Su amor, Su gracia cada día. Y, no solo eso, sino también meditar en todo lo que Dios ha hecho en la vida de Su pueblo, porque cuando vemos el testimonio de Su fidelidad a través de las páginas de la Biblia y en nuestras propias vidas…la reacción natural será alabarlo y bendecirlo (6-7).
Este salmo me hace comprender que dar testimonio acerca de cómo Dios ha obrado en nuestras vidas, no es algo opcional para el creyente comprometido con la gloria de Dios. Necesitamos abrir nuestros labios, compartir con otros, porque así estamos dándole la gloria a quien la merece siempre…nuestro Dios.
David menciona algunos de los atributos de Dios, nos recuerda que es clemente, misericordioso, lento para la ira, bueno para con todos…. Dios es bueno con todo lo que ha creado. Por eso creyentes y no creyentes se benefician de Su bondad (8-9).
Quienes se benefician de su gracia común y no le alaban, están robándole la honra y la gloria que solo Él merece, y esto se convierte en un pecado adicional dentro de sus almas, ya que se han olvidado de reconocerle y agradecerle por todo lo bueno que han recibido de Su mano.
El rey invita a toda la gente a alabar a Dios, David, siendo el rey de Israel, reconoce que hay un REY por encima de él, que merece toda la alabanza y ser conocido por Sus poderosos hechos (11-12).
La eternidad es un tema fundamental en este salmo, David sabe que Dios es eterno y por lo tanto eternamente debe ser adorado y reverenciado. Su reino es eterno, Su ser es eterno (13). ¡Qué bendición saber que tenemos un REY eterno!
El rey David reconoce que es Dios quien sostiene a los caídos y afligidos, el que los levanta. Cuánta humildad requerimos para reconocer que necesitamos de Su ayuda, de Su intervención, de Su gracia. Dios conoce nuestra condición, y viene a nuestro encuentro. No nos deja como estamos, nos ayuda, nos consuela, nos fortalece, nos anima (14).
Y por eso podemos mirarlo a Él para que nos provea y nos sostenga, porque sabemos que Sus manos siempre están atentas para ayudarnos, Sus oídos para escucharnos, y Sus ojos para ver nuestra necesidad (15)…. Me encanta esta imagen. Somos como ese bebé que mira a su madre cuando tiene hambre, como ese niño que busca a su madre para que le cure la herida, somos como niños delante de Dios. Dependemos de Él, de Su provisión, de Su cuidado, de Su amor (15-16).
Todo lo que tenemos y necesitamos sabemos que Él nos lo puede dar. Por Él vivimos y nos movemos y somos. Todo proviene de Él.
Dios es justo y misericordioso en todo lo que hace. Es un Dios cercano, que escucha a todos los que lo invocan. Ninguna persona puede ir a Dios y decir que Él lo ha rechazado, si lo ha invocado con sinceridad de corazón (17-18). El mismo Señor Jesucristo nos lo recuerda cuando dice que: «Todo lo que el Padre me da, vendrá a Mí; y al que viene a Mí, de ningún modo lo echaré fuera» (Jn 6:37).
Por medio de este salmo podemos ver que cuando tememos a Dios, Él cumplirá el deseo de nuestro corazón, ya que nuestro deseo será agradarle y darle gloria. De la misma manera, nos escuchará y nos salvará (19).
Y podemos ver casi al final de este salmo, que la justicia de Dios se ve reflejada en el hecho de que guarda a los suyos, a quienes lo aman, y destruye y acaba con Sus enemigos. Por lo tanto, si amamos a Dios sabemos con certeza que disfrutamos de Su cuidado en esta vida y para la eternidad, de tal manera que podemos unirnos a ese canto del rey David, en alabanza y gratitud al Dios eterno, eternamente y para siempre.
Padre, gracias porque nos permites amarte y deleitarnos en contemplar Tu majestad, Tu poder, Tu misericordia. Qué bueno es para nuestras almas el poder alabar y bendecir Tu nombre eternamente y para siempre. Ayúdanos a meditar constantemente en Tus poderosos hechos y a compartir con otros el testimonio de Tu inmensa bondad.
Abre nuestros labios para que te podamos proclamar alabanza y gratitud cada día y por toda la eternidad. Te amamos, en el nombre de Jesús. Amén.
Dios te bendiga
Mónica Carvajal