By September 30, 2024 Read More →

Amemos como Dios manda

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Me encantan las listas de cosas para hacer y disfruto tachar aquellas cosas que he conseguido terminar a tiempo. Sin embargo, el matrimonio y la maternidad me han enseñado la importancia de ser flexible con mis objetivos y los plazos que me propongo. No. No es una excusa para no ser productiva. Tampoco es una manera de evadir las responsabilidades y no hacer aquello que necesita ser realizado en un plazo de tiempo determinado.

Tal vez al pensar en el tema que estamos tratando este mes, aquí, en Mujer que persevera, pienses que el tema de las listas de cosas para hacer y el amor no van de la mano. Sin embargo, yo creo que sí. Porque el amor, sin duda alguna, debería ocupar el primer lugar en cualquier lista, ya que amar siempre es necesario y algo que se espera de nosotras, especialmente si somos hijas de Dios.

En 1 Corintios 13 encontramos el famoso capítulo del amor. Un capítulo con una lista importante acerca de la excelencia del amor. En él, Pablo, le dice a los corintios que “el amor es paciente, es bondadoso. El amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante. No se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido. El amor no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (1 Co 13:4-7).

Me encanta este pasaje porque me ayuda a enfocarme en las cualidades que, como madre y esposa, debo mostrar a la hora de amar mejor a mi familia. Si te soy honesta, la paciencia no es algo que brota naturalmente en mí, necesito ser intencional para poder mostrar paciencia cuando tengo que repetir una y otra y otra vez la misma instrucción a mi hija.  

Así como la paciencia es algo que requiere intencionalidad de mi parte, cada día necesito ser intencional para amar considerando a mi esposo e hija como más importantes que yo. Cada día necesito ser intencional al mostrar humildad reconociendo mis errores, mis fallos y desaciertos.

Cada día necesito recordarle a mi corazón que no debe irritarse porque las cosas no se hacen como yo quiero o cuando yo quiero, ni tampoco debe llevar una cuenta de todas las veces en las que no recibe lo que anhela, llámese gratitud, reconocimiento o reciprocidad.

Como madre y esposa, necesito ser intencional en aplicar esas últimas palabras del versículo 7, sufrir, creer, esperar y soportar todo en amor.  Recordando que cada día mi familia y yo estamos aprendiendo y poniendo en práctica el amarnos como Dios quiere que lo hagamos.

Querida mujer que persevera, es verdad que en el día a día con todas las circunstancias y los compromisos que nos apremian, se nos olvida cómo amar, especialmente a quienes están más cerca de nosotros, esas personas que conviven bajo las cuatro paredes de nuestro hogar.

Así que hoy, quiero exhortarte a vivir de una manera práctica el amor en nuestros hogares. Quiero compartir contigo una serie de principios bíblicos que nos ayudarán a ser intencionales en nuestro intento de mostrar amor a quienes conviven bajo nuestro mismo techo.

  1. Escojamos mostrar gracia y misericordia: En todo momento, al hablar, al responder, al aconsejar (Ef 4:29, Co 4:6).
  • Veamos a nuestros esposos e hijos como personas creadas a la imagen de Dios, y esto nos ayudará a hablarles con amor y a bendecirlos (Stg 3:9).
  • Pasemos tiempo de calidad con nuestros esposos e hijos. Tiempo como familia, pero también tiempo con cada uno de ellos individualmente. Mantengamos conversaciones que nos motiven a vivir vidas piadosas. Escuchemos con atención. Demos buenos consejos. Oremos los unos por los otros. Estemos disponibles, dejemos a un lado el teléfono, los problemas, las cosas que nos apremian y concedamos nuestro tiempo y enfoque a nuestros esposos e hijos (Ec 3:1-8, Ef 5:15-16, Fil 2:4, Stg 5:16).
  • Compartamos nuestros motivos de oración, las esperanzas y los sueños que tenemos unos con otros, de esta manera podemos alegrarnos y motivarnos mutuamente. Sentir que formamos parte de la vida de esa persona especial nos ayudará a todos a conectar de una manera tal que podremos darle gloria a Dios por la obra que está haciendo en cada una de nuestras vidas (Ro 15:2, He 10:24-25, 1 Tes 5:11).

Querida hermana, nuestra familia es más importante que cualquier otra relación humana, por lo tanto, es indispensable que allí, en medio de las cuatro paredes en donde vivimos, imitemos a Jesús, amando sacrificialmente, sirviendo desinteresadamente, otorgando la misma gracia que hemos recibido en Cristo.

Vivamos sin egoísmo, hablemos la verdad en amor, manifestemos nuestro amor haciendo “sacrificios de amor” que les recuerden a esas personas especiales con las que compartimos la vida, que son importantes para nosotros y que los valoramos al hacer su vida más fácil y al agradecer a Dios por moldearnos mientras los amamos.

Sirviendo para Su gloria

Mónica Carvajal

pd: este artículo fue publicado originalmente en la página de Mujer que persevera. Usado con permiso.

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