¿Cómo debemos compartir el evangelio?
Recuerdo que cuando entendí el evangelio verdadero, estaba tan entusiasmada y deseosa de llevar a otros el mensaje, que por mucho tiempo en mi celo por la verdad fui ruda, cortante, arrogante y tristemente poco efectiva en mi propósito. Puede que todo lo que haya dicho en su momento haya sido bíblico, correcto o importante, pero la forma y mi actitud no ayudaron a la causa del Evangelio. Así que, por favor, no sigas mi ejemplo.
Aunque todavía tengo el mismo deseo, he aprendido que no se puede desligar el mensaje del mensajero, por lo tanto, mi carácter y mi actitud a la hora de hablar, son tan importantes como lo que digo.
Te digo esto como una mujer cristiana que ama a Dios y cree firmemente que la Palabra de Dios, la Biblia, es la fuente de toda autoridad y verdad. Por lo tanto, quiero compartir contigo algunas características que considero que toda persona que sigue a Jesucristo, que le ama y que anhela que Su verdad sea conocida, debe de tener.
- Sé una persona que ora: Ora por tu corazón para que sea sensible a las necesidades de los oyentes. Para dar una respuesta oportuna a las dudas que puedan tener.
- Escucha: No salgas de casa pensando en cómo vas a tratar de convencer a la otra persona. Escucha sus argumentos, y refútalos con la Palabra de Dios, respondiendo a lo que la persona te dice, no a otro asunto que no tenga relación. Si la pregunta esta relacionada con un asunto moral, no es el momento de responder con asuntos científicos o viceversa.
- Sé humilde: Recuerda que el conocimiento que tienes es un regalo que Dios te ha dado. Por Su gracia conoces la verdad, así que no te jactes de lo que sabes. Busca la manera de presentar de manera clara y con mansedumbre las respuestas a las objeciones de tus oyentes.
- Sé una persona que ama: Ama a Dios, buscando Su gloria al compartir el evangelio. Ama a las personas que te escuchan. Míralos como individuos creados a la imagen y semejanza de Dios. Aunque no le conozcan como Salvador y Señor, debemos tratarlos con amor y gracia para de esa manera acercarlos a la Verdad.
- Depende de Dios: No son tus argumentos los que cambian el corazón de una persona, es la Palabra de Dios. La apologética puede ayudarte a presentar coherentemente las razones por las cuales se puede creer en el evangelio, pero solo el Espíritu Santo puede traer convicción y cambiar los corazones.
- Ten buena memoria: Recuerda de dónde has salido y cómo eras tú antes de creer. Estabas ciega, creías mentiras, odiabas la luz, hasta que, en el momento perfecto según el plan de Dios para tu vida, la Verdad penetró en tu corazón y pudiste ver con claridad.
- Sé compasiva: Los no creyentes, aunque son enemigos de Dios, deben ser vistos como personas que están rumbo al infierno, por lo tanto, en lugar de odiarlos y desear que el peso de la ira de Dios caiga sobre ellos, imita a Jesús cuando lloró sobre Jerusalén sabiendo lo que se le venía encima por rechazarlo.
Recuerda que el rechazo no es personal, es un rechazo al evangelio. Por lo tanto, cuando llegues a tu casa, en lugar de llenarte de amargura y enojo en tu corazón, ora por quienes te escucharon y pídele a Dios que obre en sus corazones para que puedan arrepentirse y con humildad reconocer que estaban equivocados y lleguen al conocimiento de la Verdad.
Recuerda que la apologética y el evangelismo van de la mano. Como hijas de Dios deberíamos ser conscientes de las oportunidades que se nos presentan cada día para compartir el glorioso evangelio de Jesucristo, y para ello, debemos estar preparadas y conocer los aspectos básicos de la fe cristiana y las objeciones de quienes nos rodean, de esa manera podremos responder con sabiduría y gracia.
Dios te bendiga y te ayude a ser una mujer que habla la verdad en amor para que Su nombre sea exaltado.
Sirviendo para Su gloria,
Mónica Carvajal