Dios cumple Sus propósitos
«Mas ahora, así dice el Señor tu Creador, oh Jacob, y el que te formó, oh Israel: “No temas, porque Yo te he redimido, te he llamado por tu nombre; Mío eres tú”» (Gn 28:15).
El plan de salvación de Dios incluía el nacimiento de Su Hijo Jesucristo a través de la descendencia de un hombre: Abraham. Dios sacó de Ur de los caldeos a Abraham y lo llamó para que saliera a la tierra que Él le mostraría.
Allí y después de cierto tiempo, Dios le prometió que tendría tantos descendientes como la arena del mar o las estrellas en el firmamento, tantos que no se podrían contar, así como que le daría la Tierra Prometida. Esa promesa se llevaría a cabo a través de la descendencia del hijo de la promesa: Isaac (Gn 21:1-21).
Cuando Isaac y Rebeca se casaron, no tenían hijos, ya que ella era estéril. ¿Cómo Dios podría cumplir la promesa a través de Él? Bueno, la Biblia nos dice que no hay nada imposible para Dios y que Él escucha las oraciones de Sus hijos.
Así que un día, Isaac intercede en oración delante de Dios, pidiéndole que quite esa afrenta de la vida de su mujer y por lo tanto de él mismo. Dios escucha la oración de Isaac y como resultado Rebeca queda embarazada de gemelos.
Dentro del vientre de Rebeca hay una batalla continua, así que ella, agotada y probablemente preocupada, va y consulta a Dios. Ese día, Rebeca escucharía una verdad que cambiaría su vida y la de su familia para siempre. «“Dos naciones hay en tu seno, y dos pueblos se dividirán desde tus entrañas; un pueblo será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor”» (Gn 25:23).
Esos pequeños, unidos en el vientre de su madre, estarían divididos desde sus mismas entrañas y formarían dos pueblos distintos, el menor sería más fuerte que el mayor y le serviría.
En esos tiempos ser el primogénito implicaba tomar las riendas de la familia una vez el padre de familia falleciera, de igual manera, el primogénito tenia ciertos privilegios, beneficios y obligaciones.
Cuando llegó el día del nacimiento, un bebé velludo salió primero, lo llamaron Esaú. Luego, lo hizo su hermano gemelo quien con su mano sujetaba el talón del primogénito, y así sería llamado, Jacob, que quiere decir «suplantador, engañador».
Jacob suplantaría a su hermano y algún día recibiría los beneficios otorgados al primogénito. No fue casualidad, Dios había escogido a Jacob desde el vientre de su madre para cumplir Su promesa.
Dios escogió a Jacob para cumplir Sus propósitos, a pesar de las circunstancias, las dificultades o su personalidad. Dios había creado a Jacob, le había cambiado el nombre a Israel cuando Jacob luchó contra Dios en Peniel (Gn 32:28) y le había hecho la misma promesa que a Abraham (Gn 35:9-12).
Así que en medio del momento difícil que estaba pasando Israel en el contexto de Isaías 43, Dios le recuerda que Él lo ha creado, lo ha formado, y que por lo tanto no debe de temer, ya que Dios mismo es su dueño y lo ha redimido.
Así como Israel (Jacob) debía obedecer a Dios, confiar y descansar en Sus propósitos soberanos y en Su fidelidad, nosotras debemos hacer lo mismo. Podemos estar seguras de que Dios cumplirá Su propósito en nuestras vidas, porque Él nos ha comprado y redimido para Sí mismo por medio de la muerte de Su Hijo Jesucristo.
Dios nos ha creado con un propósito y podemos estar seguras de que nada, absolutamente nada (eso incluye nuestro pecado), impedirá que Él haga Su perfecta, buena y agradable voluntad en nuestras vidas.
Obedezcamos y vivamos eligiendo vivir para Dios y no para el mundo.
Padre, gracias por Tu Palabra y por ayudarnos a entender que eres Tú quien nos ha creado y elegido. Ayúdanos a entender que podemos descansar y confiar en Ti y en Tus propósitos eternos y soberanos. Te amamos. En el nombre de Jesús. Amén.
Dios te bendiga
Sirviendo para Su gloria
Mónica Carvajal