By September 17, 2024 Read More →

Dios siempre está en control

«Pero el Señor desató sobre el mar un fuerte viento, y hubo una tempestad tan grande en el mar que el barco estuvo a punto de romperse.  Los marineros tuvieron miedo y cada uno clamaba a su dios; y arrojaron al mar la carga que estaba en el barco para aligerarlo. Pero Jonás había bajado a la bodega del barco, se había acostado y dormía profundamente. El capitán se le acercó y le dijo: “¿Cómo es que estás durmiendo? ¡Levántate, invoca a tu Dios! Quizás tu Dios piense en nosotros y no pereceremos”» (Jonás 1:4-6).

Jonás creía que había logrado huir de la presencia de Dios, sin embargo, Dios sabía exactamente en dónde se encontraba Su profeta. Como Dios no solo es omnisciente (todo lo sabe), ni omnipresente (está en todas partes), sino que también es un Dios omnipotente (todo lo puede hacer, es todo poderoso), el Señor desató una tormenta en el mar. Envió un viento tan fuerte que los marineros tuvieron miedo no solo de perder el barco y todo lo que había en él, sino también sus vidas.

Cada uno, sin dudarlo, hizo lo que humanamente hablando sale del corazón cuando enfrentamos tormentas en la vida, oro, clamó a su dios. Y desde luego, empezaron a actuar, Intentando aligerar el barco, tirando por la borda la carga que llevaban. Hicieron lo que podían en medio de su situación.

Mientras los marineros intentaban salvarse de la terrible tempestad que los amenazaba, el profeta Jonás dormía plácidamente en la bodega del barco. Sin duda alguna estaba agotado y exhausto. Tengo que confesar que me es difícil entender cómo podía dormir, si su conciencia le debería estar llamando la atención por la desobediencia en la que se encontraba.

Al parecer, el profeta logró aplacar su consciencia por un poco de tiempo y dejar la preocupación para más adelante. Sin embargo, se ve interrumpido por el capitán del barco que le pregunta: «“¿Cómo es que estás durmiendo? ¡Levántate, invoca a tu Dios! Quizás tu Dios piense en nosotros y no pereceremos”».

¡Wow! Este hombre, sin saber lo que había pasado antes en la vida de Jonás y el motivo por el cual había decidido subir a aquella embarcación, lo despierta y le hace una pregunta que, para mí, tiene un doble significado.

¿Cómo puedes dormir en medio de la tormenta?, en otras palabras, ¿Jonás, no sientes que el barco se mueve de lado a lado? ¿Estamos a punto de fallecer en medio del mar y tú ni te has enterado? ¿no tienes miedo? Y le exhorta a despertarse y a clamar a su Dios, sin saber que el Dios de Jonás había sido quien con Su poder había desatado semejante tormenta en su camino.

Esa pregunta podría haber llamado la atención de Jonás y tal vez podría haber sonado como: “¿tu consciencia te deja dormir, Jonás?”

El capitán del barco y los demás tripulantes habían intentado todo, cada uno había clamado a su dios, pero al parecer sus dioses no los escuchaban o no podían ayudarlos. Así que cuando vio a Jonás, todavía albergaba alguna esperanza, tal vez su Dios sí podría ayudarlos…

Esta escena de ese momento en el que Dios usa una tormenta para llamar la atención de Su profeta nos deja ver que lo que dice el salmo 135:5-6 es una realidad.

«Porque yo sé que el Señor es grande, Y que nuestro Señor está sobre todos los dioses. Todo cuanto el Señor quiere, lo hace, en los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos» (Salmos 135:5-6).

Dios es grande y está por encima de los dioses creados por el hombre. No hay nadie que se le pueda comparar en poder, autoridad, soberanía… en nada.

El salmista reconoce que Dios es soberano y está en control de todo. Los mares, los vientos, cada vida, todo le pertenece. Los hombres pueden confiar en dioses falsos, poniendo su esperanza en ídolos que no tienen poder y no pueden hacer nada.

Los dioses de los marineros que  se encontraban con Jonás no podían ayudarlos, ya que, “todo cuanto el Señor quiere, lo hace en los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos” (Sal 135:6).

Dios es soberano y tiene el control absoluto de todo cuanto ocurre en el mundo visible e invisible. Lo que vemos y lo que no.

Dios, el creador de la tierra y el cielo, de los mares y de los abismos, demuestra Su poder y Su autoridad y no está limitado por nadie, así que, aun si fuera posible que los dioses, los ídolos falsos de los marineros, los pudieran haber escuchado, no tendrían la posibilidad de salvarlos y guardarlos de la destrucción que se les avecinaba.

Dios tenía un propósito a través de la tormenta, Su gloria misma lo había llevado a actuar de esa manera, Su plan no sería detenido por una tormenta que Él mismo había provocado para llamar la atención de Su profeta.

Esta tormenta estaba bajo Su control y Él la detendría una vez Su propósito fuera cumplido.

De la misma manera, en medio de nuestras tormentas, aquellas olas y vientos que amenazan nuestras vidas no están fuera del control de Dios. Sin embargo, si somos honestos deberíamos preguntarnos ¿Cuántas veces en la vida no hemos buscado ayuda en el lugar equivocado o en la persona incorrecta? ¿Cuántas veces no hemos ido detrás de dioses falsos intentando encontrar solución para nuestros problemas? ¿Cuántas veces no hemos dormido aplacando nuestra consciencia, cuando deberíamos estar orando y clamando por el perdón de Dios y Su misericordia?

En medio de los momentos difíciles que atravesemos, necesitamos clamar a Dios, no a cualquier dios o un dios creado en nuestra mente, sino al Dios omnipresente, omnisciente y omnipotente, al Creador de todo lo que existe, al Dios único y verdadero.

Esa diligencia que mostraron los marineros es la que necesitamos nosotros en medio de los momentos difíciles de nuestra vida. Clamar a Dios. Necesitamos poner nuestra esperanza en el Dios grande que gobierna de manera soberana el mundo.

Y también podemos aprender de Jonás, para no hacer lo que él hizo, para no imitar su comportamiento. No podemos pecar y desobedecer a Dios y creer que podemos cerrar nuestros ojos y acostarnos a descansar, pensando que podemos huir de Él, mientras nuestro pecado pone en peligro nuestra vida y las vidas de quienes nos rodean.

El profeta no fue consciente de que su decisión estaba arrastrando a otras personas a sufrir. Cuando no obedecemos a Dios y Su Palabra, el Señor encontrará la manera de llamarnos la atención, nos pondrá a prueba, y, como diría el pastor Charles Stanley, “moverá cielo y tierra para mostrarnos Su voluntad”.

Las tormentas pueden llegar a nuestra vida debido a la desobediencia (propia o ajena), por lo tanto, necesitamos estar bien despiertos para saber a dónde acudir y a quién pedir ayuda. Orar y clamar al Dios eterno por Su misericordia y hacerlo en el nombre de Jesús.

Sirviendo para Su gloria

Mónica

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