La cruz: La farmacia de la vida
Estaba hace un par de días a punto de dormirme, cuando una imagen se cruzó por mi mente, la imagen de una farmacia con su cruz verde. Sentí en mi corazón el deseo y la necesidad de escribir con respecto al significado de la cruz verde y de la farmacia para nuestras vidas.
Y me pregunto, ¿Cuántas veces hemos tenido que ir en el último año a una farmacia a comprar algún medicamento, a pedir alguna asesoría o a preguntar cuál es el mejor tratamiento para algún dolor que nos aqueja? La verdad es que yo por lo menos una vez al mes necesito ir a comprar pastillas para un tratamiento de la tiroides.
Hace un par de días necesite comprar la medicina para mi tiroides y ese día cuando estaba en la cama a punto de dormirme, sentí el impulso para escribir este mensaje, “La farmacia de la vida” y después llegó el complemento que se convirtió en el elemento más importante del mensaje “La cruz”. Así que hoy quiero invitarte a descubrir no solo el cómo, sino también el por qué la Cruz es la farmacia que necesitamos para sanar las heridas y los dolores de nuestras vidas.
Isaías 53:4-5 dice “Ciertamente llevó Él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Más Él herido fue por nuestras rebeliones, y molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por sus llagas fuimos nosotros curados”.
Aquí el profeta Isaías nos esta hablando de una manera profética acerca del cumplimiento de la muerte vicaría de Jesucristo en la cruz por nuestros pecados. El profeta hace mención a los dolores y a las enfermedades, y no es precisamente a dolores y enfermedades físicas, sino más bien a los pecados y la culpabilidad, el dolor que el pecado deja en nuestras vidas.
Cuando los hombres en los tiempos de Jesús se acercaban a Él porque sabían que podía sanarlos, lo hacían con la confianza de que ese hombre, Jesús de Nazareth, tenía el poder para sanar sus cuerpos (Mateo 4:23-25), devolverles la vista (Juan 9:1-12), y hacerlos caminar (Marcos 1:1-12), aunque nunca en su vida lo hubieran hecho. Todos esos casos están documentados en los evangelios y también a lo largo del libro de los hechos de los apóstoles, porque en el poder de Jesucristo y por la fe en Él, esos apóstoles, hombres que caminaron con Jesús, podían darle lo que habían recibido de Dios a la gente, y era el poder para sanar y para perdonar pecados…
Ellos no podían perdonarlos, pero sí podían llevar a la gente al conocimiento de Aquel que murió en su lugar pagando el precio que le corresponde a cada hombre.
Hoy tú y yo podemos entrar a la farmacia de la vida, acercarnos confiadamente a la cruz de Cristo y sin necesidad de pagar por lo que necesitamos, sin necesidad de pensar en el horario de la farmacia o en si esta cerrada, podemos tener la seguridad y la confianza de que vamos a encontrar el remedio que necesitamos, sabiendo que por muy costoso que sea no vamos a necesitar recurrir a todos los ahorros de nuestra vida, para poder pagar el precio que sea necesario para solucionar nuestra mas grave enfermedad y nuestro mayor problema…el pecado.
Sólo hay un remedio capaz de destruir no solo el origen de nuestra enfermedad, que es nuestro pecado, sino también la peor consecuencia de nuestra enfermedad, que es nuestra separación de Dios. El remedio para la enfermedad del pecado, la cual tiene el poder de matarnos no solo física sino también espiritualmente, es el perdón, el perdón que recibimos en Jesucristo. El precio pagado por ese remedio ha sido muy alto, fue la sangre de un hombre inocente que siendo Dios vino a la Tierra a morir por los pecadores como tú y como yo. La muerte de un hombre inocente, en el lugar de un hombre culpable (1 Pedro 3:18)… El precio fue la muerte de Jesucristo en el lugar tuyo y mío .
Querido(a) amigo(a), yo no sé como te encuentras mientras lees estas páginas, no sé si estás enfermo(a) en tu cuerpo y en tu mente, no sé si pasas por las farmacias intentando encontrar un remedio que aún no existe para una enfermedad que tienes y que te hace doler no solo el cuerpo pero también el alma y el corazón, no sé si has estado buscando por mucho tiempo la manera de salir airoso de una situación en la que no sabes cómo vas a lograr sobrevivir. Pero sí sé que hay alguien que conoce perfectamente tu situación, alguien que sabía cuál sería la peor enfermedad que tendrías que enfrentar en tu vida, el pecado, y conocía la manera como intentarías pagar el precio para liberarte de esa terrible y monstruosa enfermedad, y Él anticipándose a tu decisión, a tus buenas obras, a tus auto justificaciones, fue capaz de venir a este mundo hace 2000 años para pagar en la cruz del calvario con su vida, por amor a ti.
En España el color de la cruz de las farmacias es el verde, que es el color de la esperanza, y creo que eso es lo que todos nosotros cuando vamos a la farmacia por algún medicamento tenemos. Tenemos la esperanza de que cuando nos tomemos el remedio nos vamos a sentir mejor, nos vamos a recuperar, vamos a poder tener una vida más tranquila y vamos a poder realmente disfrutar todo lo que tenemos. Porque ¿Quién de nosotros cuando está enfermo puede decir que se siente feliz y gozoso mientras no tiene el remedio y debe soportar los dolores y los momentos malos que conlleva enfrentar una enfermedad? Pero cuando sabemos que tenemos el remedio como que es más fácil llevar adelante la enfermedad, como que sabes que hay una solución y que puedes tolerar un poco mejor los síntomas y la molestia de la misma.
De la misma manera, cuando sabemos que estamos con Cristo podemos tener la seguridad de que en medio de nuestros pecados, Él está cambiando nuestro corazón, Él quiere que nosotros podamos quitarnos las culpas del pecado, las cargas del pecado, las consecuencias de nuestras enfermedades y que podamos vivir vidas santas y dignas de quien está en las manos del mejor médico.
Una pequeña aplicación:
Cuando nos duele la cabeza buscamos una aspirina, un Advil, un ibuprofeno de 500 ó 600 mg, ¿verdad? Pero ¿Qué hacemos cuando el dolor de cabeza está dado por los malos pensamientos que guardamos en ella, por aquellas cosas que pensamos de los demás o de nosotros mismos, por aquellos pensamientos que sabemos que no le agradan a Dios y que son malos para nuestro crecimiento espiritual y que interrumpen nuestra relación con los demás y la manera como ellos nos perciben?
Amigo (a), Dios para esos dolores nos da la clave para que no nos de dolor de cabeza, Él en Su Palabra nos dice:
“Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”. 2 Co 10:5.
“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”. Fil 4:8.
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. Rom 12:2
“Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse;porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios”. Santiago 1:19-20
“Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”. Efe 4:32
por Mónica Carvajal @Derechos Reservados 2014