By August 1, 2018 2 Comments Read More →

Las Bodas del Cordero: ¿Cómo debe ser la novia de Cristo? 1ra Parte

 

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Por: Mónica Carvajal

Hace unos días mi esposo y yo celebramos nuestro décimo aniversario. En estos diez años hemos aprendido muchas cosas el uno del otro, hemos reído y llorado, nos hemos apoyado y animado en los momentos duros y nos hemos perdonado muchas veces, también.

No tenemos un matrimonio sin desafíos, ya que, cada uno tiene sus preferencias y su forma de hacer las cosas. Sin embargo, es un matrimonio donde Dios está en el centro, sin Él, seguramente los desafíos serían mayores y nuestra manera de resolver las consecuencias de estos, diferentes.

A mi esposo y a mí nos encanta leer, por lo que los libros forman una parte importante de nuestra casa, de hecho, uno de sus primeros regalos para mí fue un libro de un tema que a los dos nos gusta estudiar mucho, teología.

Así que hoy quiero hablarte de un matrimonio que se conoce teológicamente como “las bodas del Cordero”, y que se llevará a cabo en el futuro y en el cual el esposo anhela que su esposa sea semejante a Él.

Las bodas del Cordero: Un matrimonio celestial

La Biblia dice que la iglesia es la novia de Cristo, que Él, la amó tanto que se entregó a sí mismo por ella, con el propósito de santificarla y presentársela a sí mismo como una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha, ni arruga, ni cosa semejante (Efesios 5:25-27).

Santa y sin mancha, es decir, una iglesia perfecta. Una iglesia limpia de pecado, que comparte su santidad y se goza con lo que su esposo se goza.

Tú y yo somos parte de esa iglesia. Por lo tanto, ese sacrificio de Cristo al entregarse es un medio por el cual Él nos santifica. Nos aparta para sí mismo, nos hace suyas.

Aunque el matrimonio entre Cristo y Su iglesia se llevará a cabo en el cielo (Apocalipsis 19:7-8), al igual que en la tierra, la novia necesita prepararse para ese gran día.

No es necesario que la novia encargue las invitaciones, o piense en la cena, el lugar dónde celebrar la fiesta o incluso se pruebe muchos vestidos diferentes para ese gran día, ya que a diferencia de los matrimonios tradicionales donde los padres de la novia se encargan de los gastos y los preparativos de la fiesta, en el matrimonio celestial, el mismo novio y su Padre ya se han hecho cargo de todo. Incluso, se han encargado de darle el Espíritu Santo a la novia para que pueda ser esa esposa perfecta que Jesucristo anhela.

Para que este matrimonio funcione la novia debe prepararse para poder formar parte de la familia real, se espera entonces ver evidencias de que la novia esta lista para ejercer su papel de esposa.

Como veremos, el novio ha establecido claramente lo que espera de su novia y el padre del novio por medio de Su Palabra nos ayuda a descubrirlo.

  1. Jesucristo anhela una novia que lo ame: (Juan 14:23)

Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.

Este es un matrimonio en el cual la novia debe tener una estrecha e íntima relación con el Padre del novio. Debemos amar al Padre y al Hijo y así el Espíritu Santo podrá hacer morada en nosotros. Sin Su presencia en nuestras vidas, jamás estaremos preparadas para poder ser parte de esa novia que Cristo anhela.

Para poder amar a alguien necesitamos saber que existe y conocerlo de manera personal, para poder demostrar no solo de palabra, sino con nuestros hechos que le amamos. Dios Padre nos ha dado a conocer su amor por medio de su Palabra y de su Hijo Jesucristo (Juan 3:16). 1 Juan 4:19 dice que “nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.” Él nos amó a pesar de nuestra rebeldía, a pesar de nuestra incredulidad, a pesar de nuestra condición.

Jesucristo nos dio a conocer Su amor al dar Su vida por nosotros (Juan 15:13).

Podemos demostrar nuestro amor por Jesucristo, nuestro novio, con la ayuda del Espíritu Santo, ya que nos capacita y nos ayuda a atesorar la Palabra en nuestro corazón y a obedecerla.

En Mateo 10:37-38 Jesús mismo nos dice qué clase de amor espera de nosotros. “El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí. El que ama a su hijo o hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.”

Jesucristo espera que nuestro amor por Él sea mas fuerte que nuestro amor por cualquier otra persona en nuestra vida. Que seamos capaces de tomar nuestra cruz y seguirlo, a pesar del costo personal que pueda tener para nosotros. Solo Él es suficiente, solo Él puede llenar nuestro vacio y satisfacer nuestras necesidades.

Pero nuestro prometido no solo anhela que lo amemos a Él, anhela que escuchemos atentamente su mandamiento, “este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que éste, que uno ponga su vida por sus amigos.” Juan 15:12-13.

Jesús espera que lo amemos con todo nuestro ser, que toda nuestra vida sea un acto de adoración y que sea un amor que se extienda horizontalmente, hacia nuestro prójimo. Como iglesia, como la novia de Cristo, nuestro amor por él, se manifiesta en el amor que tenemos por nuestros hermanos en la congregación a la cual asistimos, por los hermanos de la iglesia extendida y por aquellos que sabemos necesitan el amor de Dios y Su perdón.

Viene bien recordar una vez más las palabras de Jesús, “entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. (Mateo 25:34-36).”

Cuando evangelizamos, cuando oramos por la salvación de los perdidos, cuando damos de manera sacrificada de nuestro tiempo, de nuestros recursos, de nuestras vidas, estamos demostrando nuestro amor a Dios y a Cristo.

Jesús hizo todo eso y mucho más por la humanidad: rescatándonos de las tinieblas, salvando nuestras almas, perdonando nuestros pecados, sanando nuestras heridas.

Por eso Él nos llama no solo a amarlo, sino también a imitarlo.

  1. Jesucristo anhela una novia que lo imite: (Juan 13:14-15)

“Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.”

Jesucristo anhela que, como parte de su iglesia, imitemos su humildad, su servicio, su deseo de agradar al Padre y de hacer su voluntad. Él no nos da una sugerencia, nos da una orden, nos exhorta a hacer lo mismo, a imitarle.

No dejes que el orgullo o el deseo de ser servido, se interponga en la obra que Dios te ha encomendado. Todos tenemos un llamado de Dios a servir.

Puede ser que tu trabajo sea en casa, cuidando de tu esposo e hijos, o incluso de algún padre enfermo, o tal vez que tengas un servicio visible dentro de la iglesia local. Allí donde Dios te ha puesto, intenta imitar la humildad del señor Jesús, “el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz (Filipenses 2:6-8).”

Sí, el llamado del cristiano, de la novia de Cristo, es el de ser capaz de sacrificar nuestra propia vida por otros. Es un llamado sublime y grande que solo una novia preparada que vive en comunión con el Padre y que está llena del Espíritu Santo podrá llevar adelante.

“Por tanto, puesto que Cristo ha padecido en la carne, armaos también vosotros con el mismo propósito, pues quien ha padecido en la carne ha terminado con el pecado, para vivir el tiempo que le queda en la carne, no ya para las pasiones humanas, sino para la voluntad de Dios (1 Pedro 4:1-2).”

Cristo nos llama a imitar su amor, su obediencia, su deseo de cumplir con la voluntad de Dios, su compasión, su humildad. Nos invita a imitar su manera de orar, de adorar, de servir.

Desde el momento de su conversión el cristiano entra en un proceso de transformación para reflejar su semejanza a Cristo. Cada prueba, cada sufrimiento, cada circunstancia buena o mala en nuestras vidas está moldeando nuestro carácter para hacernos más como Él. “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.” Romanos 8:29.

Este llamado a imitarle es un llamado personal y colectivo. Personal, porque cada creyente tiene la necesidad de vivir bajo la sujeción del Espíritu Santo para poder crecer en su semejanza a Cristo. Y colectivo, porque cada iglesia local, y en su totalidad la iglesia universal, tiene la responsabilidad de vivir de una manera tal, en la sociedad donde se encuentre, que no quepa la menor duda ni para los que la rodean, ni para quienes la visitan, y mucho menos para quienes se congregan en ella, de que esa iglesia forma parte de la novia del Cordero y es un lugar donde se vive bajo sus estándares y se obedece su Palabra.

Algunas formas prácticas de imitar a Jesús son:

Amando: “Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados.” (1 Pedro 4:8)

Perdonando: “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.” (Efesios 4:32)

Orando: “En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios.” (Lucas 6:12)

Sirviendo en amor: “Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún.” Hebreos 6:10

Haciendo todo con amor: “Todas vuestras cosas sean hechas con amor.” (1 Corintios 16:14)

Vistiéndonos de Cristo: “Sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.” (Romanos 13:14).

 

Para reflexionar

¿Hay alguna área de tu vida en la cual necesitas trabajar para imitar mejor a Cristo?

¿Crees que quienes te conocen pueden ver que eres parte de la novia de Cristo?

¿Es tu semejanza a Cristo tan evidente que las personas a tu alrededor controlan sus palabras y acciones porque saben que no le agradan a Dios?

¿Qué ve la gente en ti? ¿Te pareces al novio? ¿Ven a una persona que tiene carácter e integridad y que trata de vivir de acuerdo con lo que su prometido espera de ella?

¿Cómo ves que la iglesia local está cumpliendo con este deseo del Señor Jesús?

¿Qué puedes hacer tú para ayudar a tus hermanos en la fe a vivir imitando el ejemplo de Cristo, no solo de palabra sino también de hecho?

Así que una vez más el apóstol pablo nos exhorta “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó.” Efesios 5:1-2ª.

Amar e imitar a Cristo no siempre es fácil. Hay momentos en los que cuesta lágrimas y dolor porque nuestro orgullo, nuestra condición humana, nuestro pecado, nuestra naturaleza caída se interpone entre lo que queremos ser y hacer y lo que somos y hacemos en algunos momentos. Sin embargo, querida hermana, permíteme animarte, ya que no hay nada imposible para Dios. Recuerda que no es en tus propias fuerzas, que Dios ve el corazón y conoce las intenciones que tenemos.

Te invito a que en esta hora hagas una oración y le pidas que te ayude a amarlo y a imitarlo aun cuando sea difícil, que le rindas tu vida y le entregues aquello que puede estar interfiriendo en tu relación con Él.

Eres una parte de la novia de Cristo, y como miembro de la iglesia universal tu testimonio es muy importante. Muéstrale a quienes te rodean a quien perteneces y deja que tu luz alumbre y atraiga a otros a amar a Cristo.

La próxima semana continuaremos meditando acerca de nuestra preparación como parte de la novia de Cristo, y veremos qué más anhela Jesucristo de su novia.

Bendiciones

Mónica

 

 

Posted in: matrimonio, santidad

2 Comments on "Las Bodas del Cordero: ¿Cómo debe ser la novia de Cristo? 1ra Parte"

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  1. patricia garcia says:

    Deseo imitar a Cristo, ser como El es necesito rendir áreas en mi vida necesito perdonarme a mi misma por mis errores perdonar a mi 3er esposo, a mi jefa, me han hecho muchísimo daño, pero quiero agradar a Dios este estudio me ayudó mucho. deseo poder perdonar y amar a los que me hacen daño.porfavor oren x mi necesito reposar en esa paz y dejar mi vida completa en sus manos.

    • admin says:

      Querida Patricia.
      Gracias por tomarte el tiempo de visitar el blog. Me alegra mucho saber que Dios ha hablado a tu corazón por medio de estos mensajes. a Él sea toda la gloria.
      Estaré orando por ti y te invito a que leas algunos artículos acerca del sufrimiento, en este blog hay algunos o si lo deseas te invito a visitar el ministerio de Aviva Nuestros Corazones, estoy segura de que allí encontrarás otros recursos que pueden ayudarte.

      Dios está obrando en tu vida para hacerte más como Cristo.
      Confiando en Su buena, perfecta y agradable voluntad para tu vida.
      Mónica

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