Lo que la vuelta al cole te puede recordar acerca de Dios
Querida mamá:
Esta mañana mi hija no quería ir al colegio. Quería quedarse en casa con sus padres. Quería un abrazo de esos que hacen que todos los problemas y tristezas desaparezcan momentáneamente de nuestras vidas.
Esta vuelta al cole con Covid-19 ha sido de todo menos fácil, y peor aun cuando sumado a las restricciones de seguridad para controlar un poco los contagios, se suma el cambio de ciclo de infantil a primaria.
Sin juguetes, sin libertad de movimiento dentro del aula, con uso obligatorio de mascarilla y la imposición de la distancia social, los niños están viviendo tiempos de cambios e incertidumbre.
Te mentiría si te digo que mi corazón estaba tranquilo mientras la veía triste por tener que separarse de sus padres y asistir al colegio. Sin embargo, dejé mi tristeza a un lado y mi deseo de quitarle el dolor y el sufrimiento a la primera señal de inconformidad, mientras al mismo tiempo oraba con ella para que Dios cambiara su corazón, le ayudara a aceptar el cambio, le diera paz y la certeza de saber que en su día fuera de casa Él sería su compañero y ayuda siempre presente.
Te preguntarás, ¿por qué no dejarla en casa, si ha sido una semana difícil para ella? No porque sea una mala madre. Al contrario, porque quiero que entienda que el mundo no siempre funciona como nos gustaría, que las cosas no siempre son como queremos. Que a veces necesitamos hacer cosas que nos hacen sentir mal al momento, pero que producen en nosotros resultados que nos beneficiarán a lo largo de la vida.
Después de orar con ella y por ella, de darle el abrazo que necesitaba, recorté una foto mía y se la di para que la llevara con ella al colegio.
Mi hija sabe que la amo, y que la amo tanto que estoy dispuesta a dejar que “sufra” un poco por su bien.
Así que cuando llegué a casa después de llevarla al colegio, empecé a orar una vez más por ella. Y mientras lo hacía, le daba gracias a Dios porque Él es fiel y siempre la acompaña.
Pensaba en Dios como el Padre que no siempre nos da lo que queremos cuando lo queremos. El Padre que permite que pasemos por valles y tormentas para enseñarnos y moldearnos. El Padre que nos ama tanto que permite dolor y lágrimas para mostrarnos su cercanía y su amor.
Dios siempre nos escucha, esta cercano. Su amor es perfecto y su cuidado real.
Al pensar en Dios y al meditar en Su carácter descansé y dejé la vida de mi hija en sus manos. Me sentí mejor y confiada en que estoy permitiendo este momento en su vida para su propio bien y su crecimiento.
Así que querida madre, si estas viviendo algo similar, ánimo, no estamos solas luchando en medio de los desafíos de la maternidad. Dios esta con nosotros y con nuestros hijos. Cada día podemos descansar en su gracia, su amor y su cuidado.
Que tengas un bendecido día.