¿Te molestan las interrupciones?
Una interrupción inesperada
En la Biblia, encontramos la historia de un hombre que tenía un propósito claro en su mente. Sabía lo que quería conseguir, y a quien, sin embargo, una interrupción le cambiaría completamente sus planes.
Como hijas de Dios, sabemos que nuestras vidas y cada día de nuestra existencia están en Sus manos. Sin embargo, a veces nos cuesta entender que aun las interrupciones que se nos presentan en la cotidianidad de nuestros días le pertenecen. Esta tarde, mientras grababa un audio para compartirlo con algunas hermanas, recibí una llamada del colegio de mi hija. Sin dudarlo, dejé lo que estaba haciendo, me preparé y salí a hacer lo que Dios quería que hiciera en ese momento.
No voy a negar que muchas veces no me gustan las interrupciones. Me distraen, me hacen perder el enfoque de lo que estoy intentando hacer y, de alguna manera, me incomodan. Sin embargo, hoy fue diferente. Sabía que había una pequeña personita que me necesitaba, una familia que contaba con mi ayuda, y que yo tenía aquello que podía hacer más fácil la vida de otras personas a mi alrededor.
Meditando en lo que había ocurrido pensé en lo importante que es estar dispuestas a escuchar y obedecer la voz de Dios. Hermanas, no podemos dejar que nuestras listas mentales o la lista de tareas diarias se conviertan en ídolos en nuestro corazón, algo que, si no llegamos a completar, nos hace frustrar, enojar o perder la bendición que Dios tiene para nosotras.
Una interrupción con propósito
En la Biblia, encontramos la historia de un hombre que tenía un propósito claro en su mente. Sabía lo que quería conseguir, y a quien, sin embargo, una interrupción le cambiaría completamente sus planes. Saulo de Tarso, también conocido como Pablo por su nombre romano, se dirigía a Jerusalén para encarcelar a los cristianos que se cruzaran en su camino. Nunca se imaginó que, en ese viaje planeado y meticulosamente organizado, su vida sería transformada de tal manera que muy pronto, él mismo se convertiría en perseguido.
¿Qué fue lo que sucedió?
Hechos 9 dice que, al llegar cerca de Damasco, le rodeó un resplandor de luz del cielo. Saulo cayó en tierra y oyó una voz que le decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”. Saulo, responde con otra pregunta: “¿Quién eres, Señor?”. La respuesta cambiaría su vida para siempre: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón” (Hch 9:4-5 RV60).
Miremos el cambio en el tono y la actitud de Saulo: “Él, temblando y temeroso, dijo: ‘Señor, ¿qué quieres que yo haga?’ Y el Señor le dijo: ‘Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer’” (Hch 9:6 RV60). ¡Increíble! Saulo, ahora se refiere a Jesús, como Señor, y no solo eso, sino que le pregunta qué quiere que haga.
Esa transformación de Saulo empezaría con ceguera y ayuno ya que por tres días estuvo en Damasco sin comer y sin beber (8-9). Mientras tanto, otro hombre, un discípulo de Cristo, escucharía la voz de Dios y sus planes, al igual que los de Saulo, se verían alterados.
Imagino que ese día Ananías, consciente del peligro que corrían los creyentes de Damasco (13-15), estaría orando y pidiendo la dirección de Dios para saber cómo actuar. Sin embargo, lejos estaba de imaginarse que Dios mismo le pediría ir a buscar al hombre que estaba poniendo la vida de todos los cristianos en peligro y a poner sus manos sobre él para qué recobrara la vista y fuera lleno del Espíritu Santo (17).
Ananías estaba escuchando de primera mano la misión que Dios le iba a encargar a nuestro amado apóstol: “Pero el Señor le dijo: ‘Ve, porque él es Mi instrumento escogido, para llevar Mi nombre en presencia de los gentiles, de los reyes y de los israelitas; porque Yo le mostraré cuánto debe padecer por Mi nombre’” (15-16).
¡Que privilegio tuvo Ananías al obedecer! ¿Te imaginas que ni Ananías ni Saulo hubieran escuchado y obedecido la voz de Dios? Nos estaríamos perdiendo de ver el resultado de la diligencia y obediencia a Dios.
Saulo fue bautizado, comió, recobró fuerzas y pasó algunos días con los discípulos que estaban en Damasco (18-19). Inmediatamente empezó a predicar a Cristo en las sinagogas, afirmando que Jesús era el Hijo de Dios (20). Esta intervención divina en los planes de Saulo sacudió a los judíos de su tiempo, provocó un mayor entendimiento de la misericordia, la gracia y el mensaje del evangelio.
Cambio de planes… cambio de vida
Desde ese día y gracias a la interrupción de sus planes humanos, Saulo sufriría a causa del evangelio y su vida se vería completamente diferente. Ese yugo que Saulo llevaría a sus espaldas sería más liviano que la pesada carga de tener que ganarse a toda costa la salvación por medio de esfuerzos humanos y tradiciones. Ese día en el camino a Damasco, Saulo dejó de ser fariseo y se convirtió en el gran apóstol Pablo (Hch 13:9) quien predicaría y compartiría el evangelio, las buenas nuevas, con los gentiles de su generación y por extensión, por medio de sus cartas y epístolas, con quienes leen la Biblia, la Palabra de Dios, en nuestros días.
Y así, Pablo, de ser perseguidor, pasó a ser perseguido. De ser religioso y moralista, pasó a tener una relación personal con Dios. Pablo encontró la libertad que Dios ofrece a todo aquel que renuncia a sí mismo y descansa en la obra y el sacrificio perfecto de Jesucristo en su lugar.
En la conocida epístola de Filipenses, escribió: “Pero todo lo que para mí era ganancia, lo he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por Él lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo, y ser hallado en Él, no teniendo mi propia justicia derivada de la ley, sino la que es por la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios sobre la base de la fe” (Fil 3:7-9).
Pablo entendió que todo lo que le daba seguridad, era lo más inseguro que poseía. Fue libre cuando descubrió que, al soltar las tradiciones, la religión y su pertenencia a una cierta clase de linaje escogido, podría verdaderamente sin necesidad de un esfuerzo sobrehumano, disfrutar de esa paz con Dios que solo Cristo puede ofrecer.
Gloria a Dios por esa intervención divina en la vida de nuestro querido apóstol y gloria a Dios por esos momentos en los que interviene en medio de nuestra vida porque en medio de ellos, nos recuerda que Él está en control, que tiene un plan mucho más grande y maravilloso para nosotros, que nos ha escogido para Él y que quiere usar nuestras vidas para traer gloria a Su nombre, mientras servimos usando los dones y talentos que nos ha dado.
Tal vez las interrupciones de nuestras vidas no son tan asombrosas como la que Pablo tuvo, sin embargo, querida hermana, cuando escuches la voz de Dios, con diligencia has lo que te pide, no querrás perderte la bendición que trae la obediencia a tu vida.
¿Cómo Dios ha intervenido recientemente en tus planes y cuál ha sido la bendición que ha traído ese momento a tu vida?
Sirviendo para Su gloria
Mónica
pd: este artículo fue publicado originalmente en la página de Volvamos al evangelio