Una conversación de corazón a corazón
Tú puedes pensar en otras personas ahora: en sus vidas, en sus historias, y pensar que no hay nada que se puede hacer por ellas porque están en el mundo. Pero déjame decirte que Dios es el mismo ayer, hoy y siempre y Su Palabra no es sólo para Su iglesia, Su Palabra es también para los que están en el mundo, ellos son los que necesitan escuchar las verdades de la Palabra de Dios.
Yo he visto vidas transformadas y matrimonios restaurados por decisiones tomadas conforme a la Palabra de Dios en vidas de personas que no son cristianas. Pero yo oró y confío en que esas personas no se van a satisfacer únicamente con recibir el milagro de una vida diferente superficialmente, yo espero que el mayor milagro esté por ocurrir en sus vidas, que puedan conocer y aceptar el perdón y la misericordia, la gracia y la salvación que en Jesucristo nos ha sido dada y glorificar a Dios Padre porque Él ha cambiado sus vidas y su eternidad, y al Espíritu Santo porque Él los ha convencido de su pecado y de la justicia de Dios.
Puede que pienses que a la persona del mundo no se le puede hablar la Palabra de Dios, pero déjame decirte que sólo conozco un libro en todo el mundo que es vivo, que tiene el poder para corregir, instruir en justicia, para restaurar las vidas, para dirigir el camino a buen destino, y que tiene el poder de Dios, porque es la voz de Dios mismo hablando al corazón del hombre… la Biblia.
La misma Biblia declara que la Palabra de Dios no volverá a Él vacía, sino que tiene el poder de hacer aquello para lo cual ha sido dicha.
No dejes de orar por otros, no dejes de compartirles el único mensaje y darles el único consejo que realmente necesitan escuchar. La necesidad de arrepentirse, odiar su pecado, aborrecer su propia vida y aceptar su necesidad de un Salvador, aceptar su dependencia en un Dios santo y perfecto que no puede tolerar “ni el más pequeño de los pecados” porque ante sus ojos todo pecado es aborrecible y grande.
Ora, habla, comparte acerca de Jesucristo, de Su obra, de Su propósito al venir a morir en una cruz para que no tengamos que estar buscando la manera de satisfacernos a nosotros mismos, de hacer por nosotros mismos lo que es imposible: buscar la felicidad y el verdadero sentido de la vida que es el de alabar y adorar a Dios.
El mismo Señor Jesucristo declaró “y no queréis venir a mi para que tengáis vida”, que triste que el dueño de la vida nos invite y nos quiera regalar vida eterna y salvación y tu pienses que esa vida no puede ser restaurada, que esa persona ya vive en el mundo y no hay nada que la haga cambiar.
Te tengo una noticia, hay alguien que sí puede cambiar el corazón más duro, la vida más fracasada, frustrada, triste, despreciada, y horrible, porque Él es el mismo que resucitó de la muerte a Lázaro, que sacó demonios de personas, dio vista a ciegos, sanó a cojos, libero lenguas de mudos, y cambió a pecadores como María Magdalena y Mateo y los invitó a seguirle y dejaron todo y le siguieron. Él es el mismo que te sacó a ti de las tinieblas y te llevo a Su reino de luz admirable.
Si Él hizo eso antes, hoy está igual de dispuesto a cambiar tu vida, la de tu familia, la de tus amigos, la de ese compañero de trabajo, porque Su misericordia es eterna y no tiene límite y Él quiere que todos vengan al conocimiento de la verdad y que nadie se pierda. Jn 3:16.
Mónica Carvajal @2017