Una oración bíblica por los niños
Hablando con algunas madres acerca del uso de las pantallas y de algunos de los desafíos que enfrentan los niños debido a las redes sociales, la identidad de género, el bullying, los cambios políticos y sociales, entre otras cosas, pude darme cuenta de que todas tenemos algo en común: Queremos lo mejor para nuestros hijos y somos conscientes de que nuestra niñez fue muy diferente en todos estos aspectos.
Los tiempos de hoy no son los mismos de antes. Los peligros son muchos y más variados, los niños están creciendo en un mundo cada vez más corrompido por el pecado y se están enfrentando a situaciones que, como madres, nunca quisiéramos tener que afrontar. En este proceso de crianza contamos con la Palabra de Dios, con la ayuda del Espíritu Santo que vive dentro de nosotras y con la oración. La oración forma parte de la voluntad de Dios para nosotras (1 Ts 5:17).
Somos llamadas a orar por todo, de manera constante y diligentemente. Así que, como mujeres, la oración debe ser una prioridad en nuestras vidas. Más aun, una necesidad apremiante llevada a cabo con intencionalidad y esmero. Seguramente oras cada día con tus hijos para dar gracias por la comida, para pedir a Dios que los proteja durante el día, que los guarde del acoso escolar, que les vaya bien en sus clases y actividades.
Tal vez has orado por sabiduría para saber cómo hablarles y educarlos, y probablemente has derramado lágrimas en el proceso, ya que eres consciente de que necesitas depender de Dios para llevar adelante esta importante labor. Así que, hoy quiero invitarte a orar en un lugar apartado donde puedas estar a solas con Dios (Mt 6:6), clamando, intercediendo por los niños a tu alrededor. Pero también ora delante de tus hijos, ora con ellos y dales la oportunidad de que te escuchen llevándolos delante del trono de la gracia. Recuerda que «la oración eficaz del justo puede mucho» (Stg 5:16).
La necesidad de la oración
Hoy compartiré contigo una oración bíblica por los niños, pero quiero animarte a que no te quedes solo con lo que te comparto aquí, habla con ellos acerca de aquellas cosas que les preocupan, que les inquietan. Tú ya conoces los desafíos que las diferentes épocas de la vida traen consigo, así que, ora por esas situaciones particulares que pueden ser un desafío para ellos en su día a día.
Ora con su eternidad en mente, piensa en la mayor necesidad y la más importante de todas: la salvación de sus almas (Hch 26:18, Ro 10:1). Ora también por su carácter, que refleje el amor, la compasión, la bondad de Dios, adornado por un espíritu dócil y apacible (Ef 4:1-3, 1 Tim 6:11).
Ora para que no caigan en tentación y sean obedientes a la voz de Dios y no a la voz del mundo (Mt 26:41). Ora por sus amistades, que sean piadosas e influyan positivamente en sus vidas (Pr 27:17).
Ora para que ellos sean amigos que apunten a otros a la verdad de la Palabra de Dios (Pr 27:17). Ora por protección constante sobre sus vidas y para que sean conscientes de que en todo momento y en cualquier lugar, Dios esta con ellos. Que esto los lleve a recordar que sus vidas están seguras en las manos de Dios (Sal 139:5).
Ora por corazones dóciles que se dejen moldear por la Palabra de Dios y que atesoren las verdades eternas (Sal 119). Ora por corazones agradecidos que recuerden diariamente que todo lo que tienen proviene de las manos dadivosas del Dios que los creó (Stg 1:17). Ora para que muestren su feminidad o masculinidad de una manera apropiada y coherente con el diseño de Dios para sus vidas (Gn 1:27).
Oremos juntas
Padre, te doy gracias por (nombre), te pido que Tu Palabra alumbre su entendimiento para que pueda conocer la verdad y reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de su vida y disfrutar de la vida eterna que le das en Él (Ro 6:23).
Permite que su corazón sea sensible a su propio pecado y que tenga una disposición pronta para pedir perdón y arrepentirse (Pr 28:13, 1 Jn 1:9).
Permite que sus sentidos sean abiertos para que pueda escuchar y ver las realidades espirituales con los ojos de la fe (Ef 1:18). Que pueda amarte con todo su corazón, alma y fuerza (Dt 6:4-5). Que su corazón se incline a guardar tus mandamientos y tenga un temor santo y reverente por tu nombre (Dt 5:29).
Dale entendimiento acerca de quién eres Tú (Hch 17:24-28) y de quién es él, que se dé cuenta de que el mundo no gira a su alrededor, sino que todo se trata de Ti y de tu reino eterno (Lc 12:31).
Oh, Padre, crea en (nombre) un corazón puro y un espíritu renovado (Sal 51:10), que no caiga en tentación ni sea llevado por su corazón engañoso a hacer su voluntad y no la tuya.
Que sea diligente en la obediencia (Sal 128:1, Pr 6:20, Stg 1:22), prudente en sus acciones y palabras, sabio en su comportamiento huyendo de las pasiones juveniles y siguiendo la justicia, la fe y el amor (2 Ti 2:22). Que no se deje llevar por las actitudes o acciones de quienes le rodean y que actúe sabiendo que en todo momento Tú lo ves (Sal 139:4, He 4:13).
Guarda sus labios para que no mienta, no responda con enojo o diga palabras que le puedan hacer daño a él o a otras personas (Pr 10:19).
Guarda sus pies para que no se desvíen detrás de las cosas del mundo o corran presurosos a hacer el mal (Sal 1:1, Pr 4:26).
Guarda sus ojos para que no vean lo que no le conviene, para que se enfoquen en ver la grandeza de todo lo que has creado, la bondad que se necesita a su alrededor y el maravilloso privilegio de poder leer tu Palabra (Sal 119:18).
Guarda su mente de malos pensamientos y de deseos engañosos. Ayúdalo a permanecer en la verdad, a creer la verdad y a vivir de acuerdo con la verdad revelada en tu Palabra (Ro 12:2).
Guarda sus manos para que con ellas pueda servir, ayudar y compartir con otros lo que le has dado. Que las use para hacer el bien y para trabajar con diligencia en sus tareas cotidianas (Sal 24:3-4, 90:17).
Produce el fruto del Espíritu Santo en su vida para que pueda mostrar evidencia de una vida transformada por tu Palabra (Gá 5:22-23). Dale un corazón agradecido y gozoso a pesar de las circunstancias (Fil 4:6).
Ayúdalo a ser humilde y a reconocer sus errores (2 Cr 7:14, Col 3:12). A depender de ti a pesar de que cada día sea más independiente física y mentalmente (Sal 54:4, Pr 3:5-6).
Ayúdalo a escoger sus amistades y a discernir entre las influencias que le hacen bien y le estimulan al amor y a las buenas obras y aquellas que tratan de desviarlo de tu voluntad (Pr 22:24-25).
Sobre todo, Padre, te pido que ayudes a (nombre) a recordar siempre que lo amas (1 Jn 4:9-10), que estás a una oración de distancia (Jr 29:12) y que tienes un propósito para su vida y es el de transformarlo y hacerlo cada día más como Cristo (Ro 8:29).
Descanso en Ti Señor, sabiendo que tu amor por (nombre) es perfecto e infinito, te pido todo esto en el nombre del Señor y Salvador Jesucristo. Amén.
Sirviendo para Su gloria
Mónica
PD: Esta oración fue publicada originalmente en la página del ministerio Volvamos al evangelio