By September 8, 2022 Read More →

Cuando los sueños despiertan envidia

«Y soñó José un sueño, y lo contó a sus hermanos; y ellos llegaron a aborrecerle más todavía […] y sus hermanos le tenían envidia, mas su padre meditaba en esto» (Gn 37:5,11).

Cuando Jacob envió a José al campo para que viera cómo estaban sus hijos y sus ovejas, y le llevara un informe al respecto, nunca se imaginó que ese sería el último día, en mucho tiempo, que volvería a ver a su hijo amado (Gn 37:12-14).

Los celos y las envidias habían llevado a los hermanos de José a tener tanto odio en su corazón en contra de José, que seguramente habían pensado en alguna manera para deshacerse de él.

La oportunidad para cometer semejante pecado se les presentó un día mientras hacían las tareas cotidianas. Allí, en medio de las ovejas en el campo, apareció «el soñador» a quien le querían robar los sueños (Gn 37:18-20).

Sin dudarlo se pusieron de acuerdo para matarlo y acabar de una vez por todas con el hermano que les hacia despertar enojos y malos pensamientos. Quitaron su hermosa túnica multicolores, prueba inconfundible del amor de su padre, despojándolo de lo más valioso que tenía y de lo único que podría haberse llevado para un viaje largo que cambiaría su vida y la de su familia para siempre.

Cuando planeaban el crimen perfecto, acabar con su vida para así enterrar sus sueños, Rubén, el primogénito de Jacob, intentó protegerlo sugiriendo que, en lugar de asesinarlo, más bien lo pusieran en una cisterna cercana. Su intención era poder liberar a su hermano para que regresara con su padre.

Pero los planes y propósitos de los hermanos de José se verían cambiados cuando Judá los animó a venderlo para no untar sus manos de sangre, ni tener que encubrir su crimen. Así que lo vendieron por 20 piezas de plata a unos comerciantes ismaelitas que iban a Egipto y pasaban por el camino (Gn 37:25-28).

El llanto y el dolor de José debió haber sido desgarrador, la traición, sentirse abandonado y despreciado por sus propios hermanos era algo difícil para un muchacho joven que lo único que quería era servir y amar a su padre y a su familia.

Mientras José se alejaba lentamente, sus hermanos debían preocuparse en hacer parecer todo como una terrible tragedia para la familia. Así que, sin dudarlo empezaron a planear cómo explicarle a Jacob lo acontecido. Tomaron la capa de colores de su hermano y la untaron con la sangre de un cabrito que habían degollado, la llevaron a donde Jacob y le dijeron: «Esto hemos hallado; reconoce ahora si es la túnica de tu hijo, o no» (31-32).

Jacob, desconsolado rasgó sus vestidos creyendo que una mala bestia había devorado el cuerpo de su amado hijo. Era tanto su dolor que no quiso ser consolado por su familia y en su tristeza creía que le volvería a encontrar en el Seol.

Mientras Jacob lloraba y lamentaba la pérdida de José, el hijo favorito había sido reducido a la posición de esclavo en Egipto, sirviendo bajo las órdenes de Potifar, capitán de la guardia de faraón.

El capítulo 37 de Génesis, sin duda alguna esta llena de sufrimiento y dolor. Hemos visto la pérdida de un hijo, la venta de un hermano, y también cómo el odio y el rencor, la envidia y los celos, llevaron a los hermanos de José a perder el control y a dar rienda suelta a su pecado.

José era fiel a su padre, temeroso de Dios, de alguna manera era diferente a sus hermanos y eso le hizo ser presa de oposición, rechazo, odio. Todo esto provocaría sufrimiento y dolor en su vida, sin embargo, a pesar de las acciones de sus hermanos, el propósito de Dios para la vida de José se llevaría a cabo.

José podía estar lejos físicamente de sus hermanos y de su padre, pero Dios estaba con José y cumpliría cada uno de sus propósitos. Nada ni nadie impediría que un día Jacob y sus hijos se postraran ante José. Los sueños de José se llevarían a cabo en el tiempo y de acuerdo con el plan de Dios.

Esta historia nos hace a ver que a pesar de las situaciones difíciles e injustas que nos sucedan en la vida, aún en medio del dolor y la traición, Dios tiene un plan, que, aunque no lo podamos ver en el momento, podemos saber con certeza es el mejor plan para nuestras vidas.

Te invito hoy a que veas el sufrimiento y el dolor con los ojos puestos en la eternidad.

Sirviendo para Su gloria

Mónica Carvajal

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