By August 16, 2018 0 Comments Read More →

Las Bodas del Cordero: ¿Cómo debe ser la novia de Cristo? 2da Parte

Por: Mónica Carvajal

En el artículo anterior hablamos de dos de las cualidades que debe tener la novia de Cristo, y lo que Él, espera de ella. Mencionábamos que Jesucristo anhela una novia que lo ame y una novia que lo imite. Puedes leer  o escuchar el artículo completo en el siguiente enlace http://monicacarvajal.org/las-bodas-del-cordero-como-debe-ser-la-novia-de-cristo-1ra-parte/

 

Hoy continuaremos viendo 3 cualidades más que Cristo anhela ver en su novia. Estoy segura de que esta no es una lista exhaustiva, pero el deseo de mi corazón ha sido el de animarte y animarme a prepararnos para ese glorioso día, en el cual estaremos celebrando el momento más esperado por los creyentes de la era de la Iglesia. Al fin y al cabo, es la Iglesia, la novia que Cristo mismo ha escogido para Él.

1. Jesucristo anhela una novia que viva para Él: (2 Corintios 5:14-15)

Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que, si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.”

1 Pedro 1:18-19 nos recuerda que hemos sido comprados con un precio muy costoso, la sangre de nuestro Señor Jesucristo. Por lo tanto, como creyentes, como parte de la Iglesia le debemos a Él nuestra vida, ya que al morir en nuestro lugar nos rescató del reino de las tinieblas y nos trasladó al reino de la luz.

Hemos sido llamados a ser siervos de Cristo. Nuestra vida está en sus manos. Le pertenecemos y el deseo de nuestro corazón debe ser el de agradarle y honrarle.

Debemos depender de Él, someternos a Él y ser fieles a Él. Cuando el Señor Jesucristo dice en Mateo 6:24 “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o se llegará al uno y menospreciará al otro…” No se está refiriendo únicamente a Dios y al dinero. Se está refiriendo a que, si Jesucristo es el Salvador y Señor de nuestra vida, no podemos tener otro dueño, no podemos dejar que otras personas u otras cosas ocupen y traten de controlar nuestras vidas.

En Lucas 3 Jesús nos hace un llamado a vivir para Él, “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz cada día, y sígame.” En otras palabras nos está diciendo, muera a sí mismo, muera al mundo, a sus deseos pecaminosos y egoístas, a lo que el mundo define como éxito, muera a todo lo que no provenga de mí y no lo lleve a mí.

Jesucristo nos llama a sacrificar nuestra vida y a dejarla en sus manos. Nos invita a depender de Él, a sufrir por Él, a ser sus siervos, a tomar nuestra cruz hasta el punto de morir a nosotros mismos y al mundo.

En los v.24-25 leemos “Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, este la salvará. Pues ¿qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo?”

Como puedes ver, Cristo nos invita a salvar nuestra vida al rendirnos a Él, nos recuerda que nuestras vidas no deberían enfocarse en las cosas que el mundo valora y considera imprescindibles como la reputación, el trabajo, los pasatiempos que disfrutamos, los deseos egoístas de nuestro corazón o los ídolos disfrazados de bondad a los que nos gustaría dedicarle nuestra vida. No. Como cristianos, estamos llamados a vivir para alguien, para Cristo y a morir por Él.

Pero déjame decirte que tampoco se trata de no trabajar, de no tener pasatiempos, de no disfrutar de las personas o de las cosas que Dios nos ha dado, sino de tener todas esas cosas en un contexto correcto, en el lugar apropiado.

Se trata de poner a Dios en el primer lugar en nuestra vida y de dejar que cuando lo tengamos a Él en el trono que le corresponde, las otras cosas ocupen el lugar que les pertenece y las podamos valorar de la manera que Dios ha establecido.

Por lo tanto, no permitamos que esas cosas, personas, pasatiempos o trabajos que tenemos, se conviertan en ídolos que destruyan y quiten a Dios del lugar que le corresponde.

Así que hoy te pregunto ¿qué o quién está ocupando el lugar que le corresponde a Cristo en tu vida? ¿Hay algún ídolo en tu corazón que está tomando control de tus acciones, de tus pensamientos, de tus decisiones? ¿Estás segura de que tu voluntad y tu vida están rendidas completamente al dueño que te ha comprado con Su sangre? ¿Puedes decir como el apóstol Pablo “porque para mí el vivir es Cristo y el morir ganancia (Filipenses 1:21)?”

Jesucristo no solo anhela que vivas para Él, también quiere que pienses como Él.

2. Jesucristo anhela una novia que piense como Él, una novia que tenga la mente de Cristo: 1 Corintios 2:16

“Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.”

Cuando mi esposo y yo necesitamos tomar alguna decisión, no siempre estamos de acuerdo o vemos las cosas de la misma forma. Sin embargo, siempre hablamos y compartimos nuestras opiniones y evaluamos y valoramos los pros y contras de lo que decimos. Esto nos ayuda a moldear nuestro pensamiento y a llegar a un acuerdo. Siempre intentamos tomar una decisión en donde los dos estamos cien por ciento de acuerdo.

Aunque hay momentos en donde no llegamos a ese cien por ciento, como esposa me someto a mi marido ya que esta es la voluntad de Dios y lo que Él me dice en Su Palabra (Efesios 5:22-24). No siempre es fácil, pero reconozco que es mejor obedecer a Dios y no dejarme llevar por mis propios deseos o pensamientos.

Como mi esposo es un hijo de Dios y la Biblia es la autoridad final en nuestro hogar, al leer y meditar en ella, el Espíritu Santo nos guía y nos ayuda a descubrir lo que Dios quiere que hagamos, por lo tanto, sé que él estará tomando las decisiones y guiándonos según lo que considera es la voluntad de Dios para nosotros.

Tener la mente de Cristo nos garantizará que sabremos lo que Él piensa, que nos pareceremos tanto a Él en nuestro carácter y en nuestra personalidad, que la gente no tendrá dudas de a quien pertenecemos y de quien es nuestro esposo.

Poco a poco reflejaremos cualidades de carácter semejantes a las de Jesucristo y seremos capaces de amar a nuestros enemigos, de bendecir a quienes nos maldicen, de orar por quienes nos ultrajan y critican. He descubierto a lo largo de mi vida cristiana que una de las bendiciones más importantes de tener la mente de Cristo es que vamos a amar lo que Dios ama y a odiar lo que Dios odia.

Y esto me lleva al último punto que quiero compartir contigo, cuando amamos lo que Dios ama estaremos buscando la santidad.

3. Jesucristo anhela una novia santa: (1 Pedro 1:14-16)

“Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.” 

Ser santo quiere decir que hemos sido separados para Dios. Hemos sido puestos aparte por Él y para Él.

Cuando Dios escogió al pueblo de Israel, lo llamó para ser un pueblo especial, diferente, escogido, un pueblo que le pertenece de una manera distinta.

La iglesia, también, ha sido llamada a ser diferente, a ser luz y sal en medio del lugar donde se encuentra. Hemos sido llamados a ser separados para ser usados por Dios. Hemos sido llamados a ser la esposa de Cristo.

El Padre quiere darle a su Hijo una esposa que pueda ser bienvenida en la mansión celestial, y para ello esa esposa necesita ser santa.

Querida hermana, Dios no nos llama a ser perfectas, pero nos llama a ser distintas. El deseo de Dios es nuestra santificación, nuestra semejanza a su Hijo. Dios es santo, ese es uno de sus atributos más maravillosos, no hay pecado en Él, no hay deficiencia en Él, no hay oscuridad o ninguna pizca de maldad en Él.

Todo lo que Dios hace, Su amor, Su justicia, Su misericordia, Su perdón, Su gracia, todos sus atributos están en perfecta armonía con Su santidad. Si Él no fuera santo podría ser un juez injusto. Es por eso que debido a Su santidad, Él no puede aceptar que personas no santificadas, no lavadas con la sangre del Cordero Perfecto puedan entrar a su lugar santo. Porque allí en ese lugar no puede haber nada de pecado, no podemos entrar con una pizca de orgullo, con una pizca de engaño, con una pizca de envidia. No podemos entrar a la presencia de Dios con algo que no es compatible con Su santidad.

Y esa es la razón por la que Cristo nos ha comprado, nos ha redimido para hacernos santos. Y es la razón por la cual Jesucristo oró por nuestra santificación (Juan 17:19), ya que como dice Hebreos 12:14 “sin santidad nadie vera al señor”.

Esa santidad debe motivarnos en nuestra vida diaria a amar lo que Dios ama, a imitar el carácter de Cristo, a ser más como Él.

Si eres parte de la novia de Cristo, si has sido salva, Dios desea que compartas ese deseo santo.

 Un pensamiento final

Yo te invito en este día a que evalúes tu vida y tu testimonio a la luz de la Palabra de Dios, para ver si estás reflejando el carácter de Cristo y para saber si te estás preparando para ese glorioso día en el cual un matrimonio celestial se llevará a cabo, y en donde el esposo estará deseoso de ver a su novia vestida de lino fino, blanco y resplandeciente, así que recuerda que eres parte de esa novia.

¿Amas al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo?

¿Estás imitando a Jesucristo en tu vida diaria? ¿Te pareces al novio? ¿Está la persona de cristo reflejada en tu vida?

¿Buscas la santidad cada día?

¿Están tus pensamientos y decisiones moldeados por una cosmovisión bíblica? En otras palabras, ¿tienes la mente de Cristo y actúas conforme a Su Palabra?

Como puedes ver, el propósito de nuestra salvación es hacernos cada día más como Cristo. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, trabajan de la mano para ayudarnos a tener esa semejanza a Cristo. Romanos 8:29 dice: “porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.”

Nuestra relación con Cristo es una relación donde Él es el primogénito, y nosotros nos convertimos en sus hermanos porque el Padre nos ha adoptado a traves de Jesucristo para formar parte de su familia. Pero también es una relación donde el Padre nos escogió antes de la fundación del mundo para darnos como un regalo a Su Hijo en la forma de una esposa. Somos hijos de Dios, y Él anhela que nosotros podamos honrarle, alabarle y vivir con Él por toda la eternidad en esa mansión celestial.

Sin embargo, anhela también que mientras estamos como peregrinos en esta tierra podamos ser luz y sal, podamos ser santos, podamos impregnarnos de la mente de Cristo y podamos vivir una vida que le agrade.

Estamos en un proceso de santificación donde Dios cada día nos moldea y nos hace diferentes para Su gloria, para nuestro bien y para que podamos sin lugar a dudas entrar delante de Su presencia un día para vivir con Él por toda la eternidad.

Así que mi invitación en esta hora es a que hagas una oración y le pidas a Dios que te ayude a ser fiel, a ser obediente, a amarlo, a imitarlo, a tener su mente, a vivir en santidad y que puedas tener una vida que le agrade a Dios. No te desanimes, no siempre es fácil, pero estamos en el proceso y Él ha prometido ayudarnos y estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo, y proveer todo lo que necesitamos, porque “el que comenzó en nosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.” Filipenses 1:6.

Dios te bendiga, hasta la próxima!!!

 

 

 

 

 

 

 

Post a Comment

You must be logged in to post a comment.