By July 8, 2020 0 Comments Read More →

El sufrimiento de Job y el nuestro (2da parte)

Hace unas semanas compartí acerca de la respuesta de Job al sufrimiento inicial que llegó a su vida. Mencionaba que el sufrimiento tiene un límite y un propósito. Te recordaba que Dios es soberano y que el enemigo no puede tocarnos a menos que Dios se lo permita. Puedes encontrar la primera parte aquí

Esta semana quiero compartir contigo otras lecciones aprendidas en medio de este estudio de la vida de Job.

Dolor en carne propia

Recordemos que Job había sufrido pérdida económica y la muerte de sus hijos. Y que ahora Dios le había dado permiso a Satanás para atacar a Job en su cuerpo, aunque sin poder acabar con su vida. La soberanía de Dios en medio de esta prueba nos ayuda a descansar sabiendo que todo lo que pasa en nuestras vidas está bajo Su control absoluto.

Satanás hiere a Job con una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza. Su dolor era tanto que este hombre tomaba un tiesto para rascarse con él, y estaba sentado en medio de ceniza.

Algunos de los síntomas y dolores de Job incluían forúnculos dolorosos de la cabeza a los pies, picazón e irritación severas, una incomodidad agonizante, su carne estaba infestada de gusanos y de polvo, su piel se estaba descomponiendo, sufría de alucinaciones, dolor agudo, y muchas cosas más.

Su mujer al verlo sufrir de semejante manera le dice: “¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete”.

¡Qué consejo tan insensato!

Gracias a Dios Job respondió con sabiduría diciendo “como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? (Job 2:7-9)”.

Nuevamente Job responde con una expresión de confianza y fe en Dios.

El cuerpo de Job había sido herido, su confianza en Dios y su integridad, continuaban intactas.

En estos últimos meses el Covid-19 ha dejado enfermedad, pérdidas económicas, desempleo, divorcios, negocios cerrados, personas que han partido a la eternidad sin poder despedirse de sus familiares y amigos, y mucho dolor alrededor del mundo.

Es fácil perder la esperanza y desalentarnos por todo lo que sucede a nuestro alrededor, y tal vez querer hablar como la esposa de Job, pensando que lo mejor que podemos hacer es morirnos y culpar a Dios.

Sin embargo, hoy quiero animarte a recordar que todas las consecuencias de esta pandemia también están en las manos de Dios y que Él puede usarlas para que respondamos con confianza y fe en medio de tanto dolor y sufrimiento, como lo hizo Job.

Dios conocía a Job, y el impacto que su testimonio provocaría en la vida de sus conocidos y de todos los que leyeran el libro que lleva su nombre en las páginas de la Biblia.

Nosotros no sabemos cómo vamos a responder cuando llegue la prueba y el dolor, pero Dios sí ya que Él conoce nuestro corazón.

Necesitamos prepararnos para responder al dolor, porque, aunque no nos guste, la realidad es que en algún momento vamos a darle la bienvenida a esa visita indeseada.

El mismo Señor Jesús dijo “en el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Juan 16:33)”. Y el Salmo 34:19 dice “muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová.

No tratemos de explicar el porqué del sufrimiento

Elifaz, Bildad, y Zofar, los amigos que escucharon acerca de lo que le había acontecido a este justo y temeroso hombre de Dios, llegaron para consolarlo, y durante 7 días estuvieron acompañando a nuestro querido Job en silencio. Se compadecieron de su amigo, y consolaron el corazón de este hombre sin pronunciar palabra. Su presencia sería un bálsamo refrescante para esta pobre alma atribulada.

Creo que Job se sentía en confianza con sus amigos como para declarar su dolor y maldecir el día en el que nació, sin maldecir a Dios (Job 3). Job deseaba no haber nacido para no tener que experimentar tanto dolor y sufrimiento extremo. Su dolor lo llevo a expresar esas palabras tan duras, pero no irreverentes en contra de Dios.

Las palabras de Job iniciaron una serie de argumentos y conversaciones entre Job y sus amigos para tratar de encontrar la razón de tanto sufrimiento en su vida. Durante los próximos capítulos y la mayor parte del libro, encontramos sus intervenciones, que, por cierto, lo único que hicieron fue añadir más dolor y sufrimiento al alma de Job, ya que resultaron ser una labor infructuosa.

Esas conversaciones demostrarían que ninguno de ellos entendía exactamente de lo que estaba hablando.

Ni Job ni sus amigos conocían la escena que se había llevado a cabo en el cielo, ese encuentro entre el Dios soberano y el enemigo de Dios y de la humanidad.

Así que tratar de buscar y encontrar una explicación a tanto sufrimiento y pérdida parecía una idea razonable, el único problema era que ni los argumentos, ni los reclamos y llamadas de atención de sus amigos podrían traer luz al sufrimiento de Job, y mucho menos responder a la pregunta que todos en algún momento de la vida nos hemos planteado ¿por qué sufrimos?

No podemos entender el sufrimiento. Job y sus amigos no conocían lo que nosotros sabemos de su sufrimiento. Job confió en Dios. Su fe se mantuvo intacta. Y como veremos al final del libro, Dios lo bendijo mucho más de lo que este hombre podría haber imaginado.

Puede que hoy estés aquí con un sufrimiento del que solo tú sabes.

Puede que haya llegado porque Dios le dio permiso a satanás para enfermarte, o por las consecuencias de tus propias acciones o decisiones. O puede que Dios lo esté permitiendo simplemente como un proceso natural por el paso de los años.  

Tal vez puedes estar sufriendo en tus relaciones debido al pecado que has cometido contra otros, o al pecado de otros contra ti.

Puede que haya pérdida económica y que todos tus ahorros hayan desaparecido debido a la crisis en la que el mundo se encuentra.

Tal vez la empresa para la que trabajas ha cerrado las puertas o te han despedido porque no hay ingresos para pagar tu salario.

El sufrimiento puede presentarse de diferentes maneras, pero sea cual sea el sufrimiento que enfrentes recuerda que toda tu vida está en las manos de Dios y que nada, absolutamente nada se ha escapado de Su control.

La respuesta a nuestro sufrimiento revela nuestro carácter

Satanás tentó a Job para apartarlo de su fe y para que renegara de Dios. Quería que siguiera el consejo necio de su esposa. Pero Job respondió como Dios sabía que lo haría. Dios conocía el corazón de Job, Dios sabía que este hombre estaba pasando por una prueba muy dura, y que mantendría su integridad a pesar de tanto sufrimiento.

Dios usa el sufrimiento para purificarnos, para transformarnos, para demostrar su poder en medio de nuestra debilidad, para mostrar su misericordia, para probar nuestra fe, para humillarnos, para hacernos depender de Él.

Charles Spurgeon hablando acerca de la soberanía de Dios mencionaba que esta es la almohada sobre la que reposa nuestra cabeza en medio de las pruebas. Quiera Dios que podamos descansar en este atributo de Dios cuando el dolor y el sufrimiento lleguen a nuestras vidas.

La pregunta que debemos hacernos cuando el dolor y el sufrimiento nos alcancen no es ¿por qué sufrimos?, ya que la consecuencia del pecado es pérdida, dolor, enfermedad, y muerte.

La pregunta debería ser para encontrar una respuesta mucho más profunda ¿para qué sufrimos? Y el para qué es el propósito por el cual Dios permite el sufrimiento. Dios en medio de nuestro sufrimiento revela nuestro carácter. Cuando Él permite sufrimiento y prueba en nuestra vida no es para su bien, sino para el nuestro. No es para conocer la veracidad de nuestra fe o si vamos a renegar en su contra por lo que nos acontece.

Dios permite el sufrimiento para que nosotros conozcamos la veracidad de nuestra fe, ya que es en medio del sufrimiento que Dios nos permite ver si realmente confiamos en Su amor, en Su soberanía y en Su bondad.

Job no sabía que Dios lo había escogido para que su testimonio impactara la vida de todos lo que lo hemos leído en las páginas de la Biblia. Tampoco se imaginaba que sus conversaciones con Dios nos permitirían entender al igual que él lo hizo, que Dios no nos debe explicaciones por nuestro sufrimiento.

Job sin saberlo nos estaba dando un ejemplo maravilloso al enseñarnos que es posible seguir adorando, alabando a Dios y conocerlo de una manera más íntima en medio de nuestro sufrimiento.

Hay dos respuestas al sufrimiento.

Hay dos maneras de enfrentar el sufrimiento. Como la esposa de Job “maldice a Dios y muerte” o como Job, viniendo a Dios, por medio de Cristo, porque ya conocemos que toda la Biblia habla acerca de Cristo y de su sacrificio para reconciliarnos con Dios.

Podemos correr a los brazos de ese Dios eterno que nos conoce, que nos ama, que está a nuestro lado en medio de nuestro dolor y en medio de nuestro sufrimiento.

Cuando la respuesta al sufrimiento nos lleva a quejarnos, a maldecir o a blasfemar en contra de Dios, el resultado será una vida de amargura, infelicidad, resentimiento y dolor intenso.

Cuando la respuesta a nuestro sufrimiento nos acerca a Dios, el resultado será un carácter transformado, un corazón fortalecido y confiado y nuestro ser entero avivado.

¿Cómo vas a responder a tu sufrimiento cuando llegan esos días grises, esas tormentas que no esperas y que honestamente quisieras evadir? ¿Qué va a sacar Dios de ti en medio de tu sufrimiento? ¿Te va a purificar y vas a salir como el oro refinado? ¿Vas a brillar e impactar la vida de los que están a tu alrededor para que le den gloria a Dios por lo que ha hecho en tu vida?

El principal propósito del sufrimiento en nuestra vida es moldearnos para hacernos cada día más como Cristo. Esa es la meta: nuestra semejanza a Jesucristo.

Podemos imitar el ejemplo de Job y acercarnos más a Dios en medio del dolor y de la prueba y así ser consolados y fortalecidos en nuestro espíritu.

O podemos alejarnos de Dios y culparlo por todo lo que nos ocurre. De esta manera perderemos la bendición de Su presencia y de su consuelo. Y añadiremos aun un dolor más profundo en nuestro corazón al alejarnos de aquel que puede sanarnos y ayudarnos en medio de nuestra debilidad.

Dios no nos debe explicaciones
Job estaba como tú y como yo en algún momento. Él no sabía por qué le pasaba todo esto. Nosotros tenemos la Palabra y sabemos que Dios permitió todo, que fue una prueba.

Y después de 37 capítulos donde Job y sus amigos están tratando de encontrar la razón para tanto sufrimiento, Dios empieza a hablar con Job y le pregunta ¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?¿Quién ordenó sus medidas?¿Sobre qué están fundadas sus bases? ¿Quién le puso limite al mar? ¿Quién puso la sabiduría en el corazón? ¿O quién dio al espíritu inteligencia? (Job 38).

En otras palabras, lo que Dios le estaba diciendo a Job era algo así como ¿Quién te crees tú que eres Job? Y añadió ¿Es sabiduría contender con el Omnipotente? El que disputa con Dios, responda a esto.

Y la respuesta de Job fue “yo soy vil; ¿qué te responderé? Mi mano pongo sobre mi boca. Una vez hablé, mas no responderé; Aun dos veces, mas no volveré a hablar. (Job 40:1-5)

Y en el último capitulo vemos la confesión y la actitud de arrepentimiento de Job cuando reconoce que Dios es todopoderoso y omnisciente. Y manifiesta que por su falta de entendimiento hablaba acerca de cosas que no entendía y que no comprendía (Job 42:1-3).

La humildad de Job una vez más se hace evidente cuando le ruega a Dios que le enseñe respondiendo a sus preguntas. Ya no buscaba justificarse o encontrar una respuesta a su sufrimiento, su deseo ahora era aprender de Dios, y para finalizar su intervención Job termina con una de las palabras más conocidas de todo el libro “de oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven. Por tanto, me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza” (Job 42: 4-6).

Job había oído de oídas a Dios, pero ahora en medio de todo su sufrimiento veía a Dios con otros ojos. ¡Dios no había oído de la fe de Job, Dios la conocía!  y sabía que este iba a ser el resultado.

Y después de todo esto, Dios le hablo a los amigos de Job y les dijo que fueran a donde este hombre justo y le pidieran que orara por ellos para que Dios no los afrentara, ya que no habían hablado de Dios como él lo hizo.

Y Jehová aceptó la oración de Job y le sanó, y aumentó al doble todas las cosas que Job tenía y sus hermanos y hermanas se condolieron de él y cada uno le dio una pieza de dinero y un anillo de oro, y lo bendijo Dios con el doble porque tuvo 14000 ovejas, 6000 camellos, 1000 yuntas de bueyes y 1000 asnas. Y también tuvo siete hijos y tres hijas. Y vivió Job para ver a sus hijos y a los hijos de sus hijos hasta la cuarta generación (Job 42:7-16).

¡Me emociona el final de este libro! La transformación en la visión de Job para entender y conocer mejor a Dios, y su humildad reconociendo su ignorancia y arrepintiéndose de hablar de lo que no entendía.

Dios trajo una bendición doble sobre la vida de Job. Tú y yo nos podemos alegrar por el final tan maravilloso de esta historia, sin embargo, Dios no nos garantiza que al final de nuestro sufrimiento vamos a recuperar lo que hemos perdido: una relación, dinero, la salud, etc.  Pero lo que la Biblia si nos garantiza es que “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones (Salmo 46:1) y que nuestra “leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria (2 Corintios 4:17).

Conclusión

Dios consiguió que Job lo conociera de una manera más profunda. Dios permitió el sufrimiento, la familia muerta, pérdida económica, los amigos criticándolo, su reputación por el suelo, para llevar a Job a una profundidad en su conocimiento de Dios y a una experiencia que fortalecería su fe.

De la misma manera puede que hoy haya sufrimiento en tu vida, un dolor, una situación que parece no tener final y que está llevándote al límite. Es allí donde Dios puede rescatarte y llevarte a Él.

Si ya eres creyente, tal vez la prueba es para fortalecer tu fe y ayudarte a depender de Él en todo tiempo, recordándote que necesitas de Su gracia diaria para enfrentarte a la vida.

Si no has aceptado a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, tal vez el sufrimiento es el llamado de amor de Dios para que dependas de Él, le busques, clames por su ayuda, y encuentres refugio y fortaleza en su presencia. Hoy puede ser el día de salvación. Arrepiéntete de tu pecado y corre a la cruz de Cristo, deja que su sufrimiento, muerte y resurrección, te rescate del dolor más profundo que puedes experimentar: la separación de Dios.

Dios conoce tu condición, te ama. Y te ama tanto que ha enviado a Su Hijo Jesucristo a morir por ti, a pagar la deuda que tu pecado merecía.

Esa realidad debería llenarte de gozo en este momento. Debería darte esperanza y la certeza de que algún día vivirás con Él para siempre, libre de pecado, de culpa, de dolor, de tristeza y de muerte.

Dios nos llama a todos por medio del ejemplo de Job a profundizar en nuestro conocimiento de Él y de nuestra fe, y nos invita a confiar en su sabiduría, su soberanía y en sus propósitos eternos.

Quiero dejarte algunas preguntas para meditar con respecto al sufrimiento.

  • Romanos 8:35-39 dice “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? … Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”. 

Según este pasaje ¿qué te puede separar del amor de Dios en Cristo? ¿Cuántos de todos estos sufrimientos has experimentado en tu vida? ¿Cuál es el mayor sufrimiento que has experimentado en tu vida? ¿Cómo respondiste en ese momento?

  • 1 Pedro 5:10 dice “Más el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca” ¿Cómo la verdad de 1 Pedro 5:10 te anima en medio del sufrimiento?
  • 2 Corintios 4:17 dice “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria.” ¿Cómo tener la perspectiva de la gloria eterna te ayuda a enfrentar la tribulación momentánea que estas experimentando?
  • 2 Corintios 1:3-4 “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios”. Piensa en un momento de tu vida en el que Dios te consoló y animó, ¿cómo puedes consolar y animar a otros que están experimentando situaciones similares?

Oración:

Señor yo te doy gracias por la vida de Job. Te doy gracias por tu Palabra porque en ella nos compartes una historia llena de tanto dolor y sufrimiento, pero también una historia donde nos muestras que es posible tener una fe genuina en medio del dolor y responder de una manera correcta.

Te doy gracias porque es un ejemplo para nosotros, para no cuestionar tu bondad, para no cuestionar las pruebas que llegan a nuestra vida, sino para confiar en ti en medio de todo tiempo.

Gracias porque estás en control, porque tú eres un Dios soberano y porque nada puede llegar a nuestras vidas que no sea parte de tu plan.

Gracias porque permites el sufrimiento para nuestro bien y para tu gloria.

Gracias Padre, porque nos permites tener ejemplos de personas reales en la Biblia que sufrieron y vencieron. Gracias porque las pruebas revelan la veracidad y la profundidad de nuestra fe. Ayúdanos a descansar sabiendo que tú sabes lo que haces, aunque duela. Tú eres el único y verdadero Dios que conoce nuestros corazones y que tiene un propósito y un plan para nuestras vidas.

Te alabo y te bendigo Señor, y te pido que cualquier persona que lea o escuche este mensaje pueda verdaderamente conocerte como Job te conoció, verte con sus propios ojos Señor, en lugar de apartarse y salir huyendo de aquel que es el único que puede consolar y confortar su vida en medio del dolor.

Padre, que nuestro sufrimiento nos acerque a ti en lugar de alejarnos, que tu propósito sea cumplido para tu gloria, y para nuestro bien. Te lo pido en el nombre de tu Hijo Jesucristo. Amén.

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