By March 15, 2023 Read More →

Habla de la vida… Presenta al Salvador

«El Padre ama al Hijo y ha entregado todas las cosas en su mano. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; mas el que no cree en Él no verá esa vida, sino que la ira de Dios recae sobre él» (Juan 3:35-36).

Juan el Bautista sabía que sólo en Jesús estaba la verdadera salvación. Él conocía que su misión era apuntar a las personas al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, no hacia él mismo.

Imagino que Juan se gozaba cada vez que alguno de sus discípulos creía en Jesús, ya que mientras él menguaba, Jesús crecía, y esa realidad era muy importante para corroborar el mensaje que durante toda su vida había dado y también, de alguna manera, el ministerio de Cristo.

Juan había cumplido su misión con fidelidad, humildemente reconoce que había llegado el momento en el que el testimonio de Cristo, traído directamente del cielo, ganara relevancia y tuviera mayor impacto que el suyo. Quienes le oyeran y creyeran en Sus Palabras, atestiguarían que Dios es veraz (v32).

La condición para la salvación es la fe en Jesucristo. No una fe vacía o una fe ciega. No es una fe en las buenas obras o en el bautismo. No es una fe en la iglesia o la denominación a la que pertenecemos. No es una fe en los apóstoles o la virgen María. Es una fe real en el Hijo de Dios: Jesucristo.

El domingo pudimos compartir el Evangelio con una amiga de mi esposo.

Tristemente la mujer se apega a su religión y a sus buenas obras. Cree que Dios no puede enviar a nadie al infierno.

Cree que Dios es solo amor.

Sin embargo, el domingo, por amor a ella, le mostramos en la Palabra que la salvación es un regalo de la gracia de Dios, que se puede recibir cuando creemos en el sacrificio perfecto de Jesucristo en la cruz del Calvario. Le mostramos que quienes rechazan el mensaje del Evangelio, recibirán la ira de Dios.

Ella estaba preocupada porque no quiere cambiar de religión, ni traicionar de alguna manera sus raíces católicas y a sus padres.

Varias veces durante la conversación le dijimos que no estábamos tratando de convertirla a una religión. Lo que realmente queremos es presentarle al Salvador de su alma, al Único que tiene el poder y la capacidad de hacerla hija de Dios, perdonar su pecado y salvarla.

Hermanas, la verdad es que compartir el Evangelio, me hace amar más a Jesús. Aprovechemos cada oportunidad que Dios nos da para abrir nuestros labios y apuntar a la gente a Cristo.

Puede que ellos no sepan lo que se están perdiendo, pero nosotras sí.

Sabemos que a quienes rechazan a Jesucristo, les falta llenar un vacío en su corazón ya que como decía Blaise Pascal, «en el corazón de todo hombre existe un vacío que tiene la forma de Dios. Este vacío no puede ser llenado por ninguna cosa creada».

Abramos nuestros labios y proclamemos el evangelio, no nos dejemos intimidar por el conocimiento, la inteligencia, la riqueza, la posición o la seguridad de la persona en lo que cree.

Sembremos la semilla del evangelio, confiemos en la obra del Espíritu Santo, y dejemos que Dios añada a Su familia a quienes han de ser salvos.

Oración:

Padre, gracias porque hemos conocido la Verdad y conocemos el camino para llegar a ti. Gracias por Jesucristo y por la vida eterna que tenemos en Él.

Gracias por la(s) persona(s) que compartieron con nosotras el evangelio un día y gracias porque nos usas para poder apuntar a otras personas a Cristo.

Ayúdanos a hablar la verdad en amor y por amor. En el nombre de tu Hijo Jesucristo, amén.

Sirviendo para Su gloria

Mónica

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