By March 18, 2023 Read More →

Jesucristo sacia nuestra sed

Jesús escogió la ruta a través de Samaria para llegar a Galilea. Creo que en Su vida toda tenía un propósito, así que no la escogió por ser precisamente la más corta, mucho menos por ser la ruta favorita de los judíos. No. Jesús escogió esa ruta porque tenía un propósito que cumplir en esa zona y muchas almas que salvar.

La historia de la mujer samaritana nos deja ver no solo la humanidad de Jesús, al conocer Su cansancio por el recorrido desde Galilea hasta Samaria, sino también Su divinidad al decidir sentarse en el lugar a donde sabía que una mujer sedienta y necesitada del Agua de Vida, pronto acudiría para saciar su sed.

Cuando la mujer de nuestra historia se acerca al pozo, Jesús le habla, le hace una petición: «”Dame de beber”» (Jn 4:7). Es la primera vez que vemos a Jesús pedir algo, Él siempre da.

Esta vez no sería la excepción, sin embargo, era necesario que esta conversación se desarrollara de la manera en la que lo hizo para que Él pudiera ofrecer y dar un Agua mucho más efectiva para calmar la verdadera sed de la mujer.

La respuesta de la mujer deja ver la distancia relacional existente entre judíos y samaritanos: «¿Cómo es que Tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» (v9). Simplemente ella no estaba muy acostumbrada a este tipo de encuentros.

Sin embargo, Jesús nuevamente lo cambia todo. La mujer no sabía con quién estaba hablando y mucho menos conocía el don de Dios. Así que Jesús le responde algo como: “Si supieras quien soy y el regalo que tengo de parte de Dios para ti, tu me pedirías y yo te daría agua de vida”.

La mente finita responde como lo hizo la mujer samaritana: «“Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva?”» (v11).

El Dios encarnado le responde: «“Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua que Yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que Yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna» (v13-14).

La mujer y Jesús tenían un enfoque diferente, ella veía lo que había ante sus ojos, Jesús hablaba de una realidad espiritual.

Jesús estaba invitándola a beber de la fuente verdadera, a lavarse con un agua que la dejaría limpia de su pecado, a beber un agua que saciaría la sed más profunda de su alma.

Sin duda alguna, todos somos como la mujer samaritana, todos estamos buscando en pozos de diferentes tamaños y formas “el agua” que saciará nuestra sed. Y no nos damos cuenta de que en Cristo tenemos todo lo que necesitamos.

Jesucristo verdaderamente es el Hijo de Dios, el Mesías prometido, que ha venido a la tierra para ofrecerle a cada persona la posibilidad de beber de esa Agua. Jesús es el Agua de vida que sacia nuestra sed más profunda, que limpia y lava nuestro pecado, que nos garantiza que Él satisface nuestra más profunda necesidad.

Seamos como esa mujer samaritana, hablemos con Él, aprendamos de Él, escuchemos lo que tiene que decir acerca de nuestro pecado y de nuestra vida. Recibamos Su oferta de vida eterna y salvación y recordemos cómo nos ha saciado y nos ha mostrado el camino a la adoración a Dios, en espíritu y en Verdad.

Salgamos de nuestra zona de confort y hablemos a otros acerca de nuestro encuentro con Cristo, así más y más personas conocerán al Salvador del mundo personalmente.

Oración:

Señor, gracias por recordarme que Tú eres el único que sacia mi sed, que sólo en Ti está la fuente de vida eterna y que puedo descansar en Tu provisión para mi vida en esta tierra y en la eternidad.

Sirviendo para su gloria,

Mónica Carvajal

Comments are closed.