By January 7, 2020 0 Comments Read More →

Los cambios son inevitables…Dios nunca cambia

 

Los cambios son inevitables…Dios nunca cambia

Por: Monica Carvajal

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Días atrás me encontraba leyendo el blog de Joni Eareckson Tada. Hace más de 50 años, Joni tuvo un accidente en una piscina que no era lo suficientemente profunda, debido a esto quedó parapléjica y usando una silla de ruedas. Hoy en día tiene un ministerio conocido como “Joni and Friends” donde proveen sillas de ruedas y ayuda espiritual a personas que se encuentran en ese tipo de situaciones de discapacidad.

Y, hace unos días, escribió un mensaje en su blog, algo muy corto, donde decía que “una de las cosas acerca de la vida que nunca cambia, es que la vida siempre cambia. Los cambios pueden ser realmente algunas veces difíciles, y nos obligan a ser flexibles cuando no queremos. Nos obligan a aceptar las cosas cuando pueden ser inconvenientes…, ¿pero sabes algo? Esos cambios hacen que Dios sea nuestra ayuda presente en cada transición, en cada cambio”.

Hoy estoy pensando en una amiga que hace una semana perdió a su compañera con la que vivía, una señora de 87 años que quedó solita, porque su amiga con la que compartía piso y a la que cuidaba, una señora de 82 años falleció.

Y esta amiga, mucho mas mayor, hoy se enfrenta a una decisión que va a cambiar su vida de una manera muy drástica. No solamente se quedó sola sin su amiga, con la que compartía, de la que aprendió a amar a Dios, que fue su amiga por muchos años y le tendió la mano en momentos muy difíciles, sino que también se enfrenta a la decisión de cambiar de ciudad, de irse a vivir con una sobrina.

Una mujer que quedó viuda hace algunos años. Nunca tuvo hijos, no tiene una familia cercana, solamente sus sobrinos que viven en otras ciudades.

Y yo pensaba en ella esta mañana cuando leía este mensaje de Joni en mi diario. Pensaba en el cambio que se avecina para su vida, y pensaba que de la misma manera tú y yo, estamos enfrentando cambios.

Cambios que pueden ser pequeños, o cambios que pueden ser muy grandes. Un cambio en una medicina que estas tomando, en una dosis. Un cambio de pasar de estar soltera a casarte; un divorcio o la viudez. O un cambio porque los hijos se han casado y se han ido del hogar y ahora te encuentras en un estado conocido como “el nido vacío”.

Tal vez un cambio profesional. Puede que de tener un buen trabajo has pasado a quedarte sin empleo, o has encontrado trabajo después de mucho tiempo.  O un cambio porque de tener una buena cuenta bancaria te has quedado sin nada y lo has perdido todo. O, al contrario, no has tenido nada y has ganado un poco, y no sabes que hacer con lo que tienes.

La vida cambia, cambia cada día. Pero hay alguien que no cambia: Dios.

Dios es inmutable, como leemos en Malaquías 3:6 “Porque yo Jehová no cambio”. Inmutabilidad significa que permanece, que no cambia, que es el mismo ayer, hoy y por los siglos.

Jesucristo es nuestra ayuda presente en todos los momentos de nuestra vida. Cuando hay cambios y cuando no. Él nunca cambia. Dios es el mismo de ayer, de hace 2000 años, de hace 6000 años, es el mismo hoy, y seguirá siendo el mismo mañana. Por lo tanto, podemos seguir confiando en Su fidelidad, en Su provisión, en Su cuidado, en Su gracia, en Su misericordia. Porque Él es el mismo, porque Su amor nunca cambia, porque Su justicia nunca cambia, porque Su misericordia nunca cambia.

Dios te ha prometido que estará contigo siempre (Josué 1:9; Isaías 41:10; Deuteronomio 31:6; Mateo 28:20; Hebreos 13:5; Romanos 8:38-39), y eso nunca va a cambiar. La cuestión es que a veces nosotros nos queremos alejar de Dios, y Él nos permite tomar esa distancia, simplemente para que nos acordemos cómo eran esos momentos cuando estábamos en su presencia.

Tú cambias. Dios no cambia.

Tú dejas de amarlo, tu amor se enfría, tu corazón deja de latir por Él. Tu relación con Dios puede sufrir cambios, no porque Él te ha dejado de amar, no porque Él te ha dejado de buscar, no porque Él ha dejado de estar a tu lado. Sino porque tú te has ido apartando poco a poco de Él.

¿Por qué razón? Puede ser por pecado. ¿Hay algo en tu corazón que te está alejando de Dios? ¿Hay en ti un espíritu de crítica, de murmuración, de insatisfacción, de ingratitud, de inconformismo con Su voluntad? ¿Hay arrogancia y orgullo en tu corazón pensando que tú puedes tomar control de todas las cosas porque crees saber mejor que Dios lo que Él quiere de tu vida? Y debido a alguno de estos pecados, te alejas de Dios y empiezas a escuchar las mentiras del mundo en lugar de escuchar la Palabra de Dios, que es la verdad, y te alejas…

Pero Dios y Su Palabra, permanecerán para siempre. El mismo señor Jesucristo dijo en Mateo 5:18 que ni una jota, ni una tilde pasaran hasta que se cumpla toda la Palabra.

La Palabra de Dios permanece para siempre. Dios permanece para siempre. Dios nunca cambia, Él no tiene principio y no tiene fin. Él no es diferente hoy a como lo fue hace 10 años, o 5 meses o 2 días o la última semana. Él es el mismo y está dispuesto siempre a ayudarte, a escucharte, a aconsejarte, a guiarte, a proveer para tu necesidad física, para tu necesidad espiritual que es la más importante, pero también para cada detalle pequeño de tu vida.

Él dice que no debemos afanarnos por el día de mañana porque el día de mañana traerá su afán (Mateo 6:34). Y en Mateo 6:27 nos recuerda que por mucho que nos afanemos no podemos añadir un codo a nuestra estatura. Nosotros no sabemos que nos depara el futuro, pero Dios sí. Y para ese futuro Él proveerá. Así que confía en el Dios que no cambia, en el Dios que permanece para siempre.

 

Oración: Señor Jesús yo te quiero dar gracias, Padre te quiero dar gracias, Espíritu Santo te quiero dar gracias, por tu Palabra, por tu Verdad. Porque en ella Tú nos recuerdas que nunca cambias, que Tú eres el mismo ayer, hoy y por los siglos. Que eres el Dios inmutable, el Dios que permanece. Que desde la eternidad y hasta la eternidad Tú eres Dios.

Gracias Señor porque tenemos la confianza y la certeza de que nosotros no te hemos inventado en nuestra mente, que por el contrario Tú nos has creado, y te has rebelado a nosotros a través de tu Palabra y a través de tu creación. Los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Señor gracias porque en tu creación, en el hecho de que hay un día y una noche podemos saber que, así como hay un día y una noche, de la misma manera Tú eres Dios durante el día y eres Dios durante la noche, y Tú no cambias. Gracias, Señor porque Tú permaneces desde la eternidad y hasta la eternidad, porque tu Palabra es fiel, porque podemos confiar en ti Señor.

Gracias Señor, porque, así como has estado con nosotros desde el vientre de nuestras madres, desde la primera vez que lloramos cuando nacimos, Tú vas a estar con nosotros en todo el camino. En los valles y en las montañas, en los momentos de abundancia y en los momentos de escases, en los momentos de salud y en los momentos de enfermedad. En los momentos buenos, y en los momentos malos, cuando estamos solos o cuando estamos acompañados. Tú siempre estas con nosotros Señor, y Tú siempre provees lo que sabes que nos conviene y que necesitamos.

Ayúdanos a confiar en ti Señor, en esos momentos de cambio, en esos momentos de dolor, en esos momentos de inestabilidad, cuando todo debajo de nosotros se tambalea y se mueve. Ayúdanos a poner nuestros ojos en ti Señor. A conocerte, a buscarte, a descansar en tu sabiduría, en tu provisión, en tu amor.

Oh, Señor, que podamos descansar en esa realidad, que podamos deleitarnos en tu presencia, en tu soberanía, en tu poder, en tu majestad, en tu gloria. Que podamos alabarte y bendecirte porque Tú eres fiel, porque Tú eres el mismo, porque Tú nunca cambias.

Aunque nuestra vida cambie y lleguen estaciones buenas y estaciones malas, Tú nunca cambias. Te alabamos y te bendecimos Señor, te damos gracias por ser quién eres y porque podemos confiar en ti y descansar en ti.

Oramos en el precioso nombre de Aquel que vino a dar Su vida para llevarnos a ti, para rescatarnos de nosotros mismos, para darnos vida eterna, Señor. En el nombre de Cristo Jesús se doblará toda rodilla y toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor para gloria de Dios Padre.

Amén.

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