Jueces

Este libro hace referencia como su nombre lo indica, a los líderes que actuaron como jueces después de la muerte de Josué.

Estos hombres fueron escogidos por Dios para liberar y ayudar a la nación de Israel durante los 350 años que prosiguieron a la conquista de la Tierra Prometida.

Estos jueces fueron: Otoniel, Aod, Samgar, Débora, Gedeón, Tola, Jair, Jefté, Ibzán, Elón, Abdón, Sansón, Eli y Samuel. 

Según el Talmud, Samuel, el último juez de Israel podría haber sido el autor de este libro.

Luego de la conquista de Israel, el pueblo falló en arrojar a los habitantes de las zonas conquistadas (1:21,27,29-33). Dios les recordó que había sido Él quien los había sacado de Egipto, los había introducido en la Tierra prometida, les había instruido que no hicieran pacto con los moradores de esa tierra, y que derribaran sus altares. Sin embargo, después de la muerte de Josué y de los ancianos que estuvieron con él, cuando toda la generación que vio la obra y el poder de Dios falleció, el pueblo no escuchó la voz de Dios, y desobedientemente empezó a hacer las cosas a su manera y no a la de Dios.

Como consecuencia de su desobediencia, Dios permitiría que los moradores de la tierra se quedaran cerca de Israel y se volvieran azotes para ellos, y sus dioses tropezadero para el pueblo (2:1-5). Dios usaría a estas mismas naciones para juzgar a Su pueblo ya que Israel adoraría y se inclinaría ante sus falsos dioses.

El cambio de panorama entre el libro de Josué y Jueces es evidente. Bajo el liderazgo de Josué el pueblo vivió y obedeció a Dios, de tal manera que pudo conquistar la tierra y recibir las bendiciones de su obediencia. Una vez Josué y los ancianos que le sobrevivieron mueren, el pueblo da rienda suelta a su pecado.

Varias veces se describe el mismo círculo de comportamiento en el pueblo: pecado, opresión como consecuencia del pecado de idolatría, arrepentimiento por haberse alejado de Dios, liberación por parte de Dios enviando algún juez para salvarlos, y la consecuente paz que resultaba de esta liberación.

Sin embargo, una vez en paz, el pueblo vuelve a olvidarse de Dios y cae nuevamente en el círculo de comportamiento descrito anteriormente.

«En esa época no había rey en Israel y cada uno hacia lo que bien le parecía» (Jue 17:6, 21:25).

Los jueces fueron hombres que, ayudados por Dios, dieron la victoria al pueblo desafiando y venciendo a sus enemigos. Sin embargo, algunos de estos hombres muchas veces se dejaron llevar por sus propios deseos pecaminosos.

En este libro leeremos historias como la de Gedeón y Sansón, hombres que fueron usados por Dios con historias que muestran fortaleza y debilidad, o la de Débora, una mujer que ayudó a Israel a librarse de los Cananitas.

Jueces nos muestra la fidelidad y la misericordia de Dios al cumplir Su Palabra defendiendo a Su pueblo escogido, a pesar de su pecado, incredulidad e idolatría.

Este libro nos ayuda a ver que Dios puede usar a cualquier persona. No es nuestra fortaleza ni nuestra debilidad la que nos define. Dios puede escoger usarnos para Su gloria y según Su propósito. Necesitamos depender de Él en todo tiempo y no confiar en nuestra propia fuerza o habilidad.

Nuestro Dios es fiel y siempre cumple Sus promesas.

Te invito a escuchar los audios de este libro en el enlace. Espero sean de bendición para ti, como lo han sido para mi.

Su Palabra es viva,

Mónica Carvajal