Descansando en la soberanía de Dios

Ann Judson, esposa de uno de los primeros misioneros americanos, Adoniram Judson, escribió en uno de sus diarios “Soy una criatura de Dios, y Él tiene el derecho indudable de hacer conmigo lo que parezca mejor ante Sus ojos”. Sin duda alguna, Ann entendía lo que Romanos 14: 8 dice “Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos”.

Ya que pertenecemos a Dios, Él tiene todo el derecho de hacer con nosotros como Él quiere. Debemos tener una actitud de humildad, entregarnos a Dios y confiar en Él. Podemos pasar nuestros días sirviendo a Dios, porque Él nos preparará para servirle en el lugar, tiempo y manera que Él quiera. Cuando reconocemos que somos Sus criaturas, entendemos que es nuestra responsabilidad entregarle todo lo que tenemos y lo que somos a Él. Creo que Ann nos da un buen ejemplo a imitar, y quiero invitarte a que como ella estemos dispuestos a decir “mi corazón está en Sus manos, y cuando tenga que enfrentarme al peligro, o atravesar circunstancias abrumadoras y angustiosas, Él puede inspirarme con fortaleza y permitirme confiar en Él”.

Ann Judson descansaba en la soberanía de Dios, ella siempre supo que Dios estaba en control y que todo lo que sucedía en su vida Dios lo había permitido por un buen propósito. Me gusta la forma en que Ann asimiló los resultados de esta confianza en la soberanía de Dios cuando escribió: “Me siento feliz al considerar, que un Ser tan benevolente gobierna el mundo, y ordena cada acontecimiento. He perdido toda disposición de murmurar ante cualquier providencia, segura de que tal Ser no puede errar en ninguna dispensación.”

La soberanía de Dios es uno de Sus más maravillosos atributos, un motivo para descansar confiados y seguros, ya que los ojos del Rey de Reyes ven cada paso que damos aún en medio de la tempestad y la noche.

Diariamente necesitamos recordar que nuestra vida le pertenece a Cristo y que Él tiene el control sobre cualquier situación. Por lo tanto, recuerda vivir tu vida de una manera tal que con cada acto, palabra o pensamiento puedas darle gloria a Dios.

Dios te bendiga

Mónica carvajal