By May 16, 2022 Read More →

En tu sufrimiento recuerda Su fidelidad

«Restáuranos a Ti, oh Señor, y seremos restaurados» (Lam 5:21).

El título de este último capítulo de lamentaciones «plegaria de Jeremías por el pueblo» nos deja ver una vez más el corazón del profeta.

Sin dudarlo le pide a Dios que se acuerde de lo que le ha sucedido a Su pueblo escogido, que vea el oprobio en el que se encuentran y la calamidad que ha caído sobre ellos, dejándolos sin nada, rodeados de muerte, orfandad y viudez.

Como si todo eso fuera poco, aquellas cosas que antes daban por sentadas ahora las tenían que adquirir pagando, lo que una vez les había pertenecido ahora estaba bajo el control del enemigo. Sin duda estaban siendo humillados.

Las mujeres fueron violadas, los jóvenes obligados a trabajar como esclavos, los ancianos irrespetados, las risas y la música inexistentes. Toda la alegría y el gozo que habían experimentado antes ahora era un recuerdo de tiempos pasados.

El profeta emite una afirmación «ha caído la corona de nuestra cabeza. ¡Ay de nosotros, pues hemos pecado!» (16) y declara que como consecuencia de ese pecado su corazón se encuentra abatido y sus ojos nublados por las lágrimas, porque el monte Sión había sido asolado por el enemigo.

Y de repente el profeta expresa de manera clara y contundente una verdad que le trae esperanza al alma sufriente y acongojada «pero Tú, oh, Señor, reinas para siempre,
Tu trono permanece de generación en generación» (19). Dios es el Rey eterno e inmutable, que jamás será conmovido.

Qué bendición es saber que Dios no cambia, Su amor permanece para siempre. Creo que en los momentos de dolor y sufrimiento es una bendición recordar la inmutabilidad de Dios. El hecho de que Él no cambia nos ayuda a descansar sabiendo que cumplirá Su Palabra y será bueno y misericordioso hoy como lo fue hace unos días.

Dios es el mismo de ayer, de hace 2000 años, de hace 6000 años, es el mismo hoy, y seguirá siendo el mismo mañana. Por lo tanto, podemos seguir confiando en Su fidelidad, en Su provisión, en Su cuidado, en Su gracia, en Su misericordia.

Dios nos ha prometido que estará con nosotros siempre (Jos 1:9; Is 41:10; Dt 31:6; Mt 28:20; He 13:5; Ro 8:38-39), así que esa pregunta del profeta ¿Por qué te olvidas para siempre de nosotros, y nos abandonas a perpetuidad? No tiene razón de ser para los escogidos de Dios. Puede que en medio del dolor experimentado tanto él como el pueblo de Judá, se sintieran abandonados y solos, pero la verdad es que como Dios es fiel y Su carácter no cambia, no hay ninguna posibilidad de que Dios se olvidara para siempre de ellos o los abandonara para siempre.

Y llegamos casi al final del capítulo y encontramos una oración sincera y necesaria «restáuranos a Ti, oh, Señor, y seremos restaurados; renueva nuestros días como antaño» (21). Así que esta vez el profeta le pide a Dios que los ayude a volver sus corazones a Él, que los lleve al arrepentimiento genuino, que intervenga, ya no en la situación, sino en sus corazones, para que puedan dejar el pecado y seguirle a Él con todo su corazón.

Esa es la oración que necesitamos hacer cuando hemos pecado, una petición honesta de ayuda a Dios para que podamos arrepentirnos y correr a Él. Y es la oración que nos ayudará a volver a la dirección correcta y a la restauración.

Si Dios los hubiera desechado totalmente o estuviera enojado contra ellos en gran manera (22), la restauración no sería posible, sin embargo, Dios tenía un propósito y un plan para Su pueblo y lo llevaría a cabo a Su tiempo y a Su manera.

Confesemos nuestro pecado, arrepintámonos y recordemos el carácter de Dios en medio de nuestro sufrimiento.

Dios nos ayude

Mónica Carvajal

Comments are closed.