Atributos incomunicables de Dios: Su omnisciencia y nuestro día a día

Tengo que confesar que la omnisciencia de Dios es uno de esos atributos que desde pequeña he encontrado impresionante. ¿Por qué? Porque esto significa que Dios lo sabe todo, todo el tiempo. Él nos conoce de manera íntima y escudriña nuestros corazones. A Él simplemente no podemos ocultarle nada o negarle nada. Él nos conoce mejor de lo que nosotras mismas podemos conocernos. Él sabe y conoce el principio y el final, la esencia de todas las cosas, el pasado, el presente y el futuro. Nada le toma por sorpresa.

1 Juan 3:20 dice que «Dios es mayor que nuestro corazón y Él sabe todas las cosas». El Salmo 44:21 afirma que «Él conoce los secretos del corazón».

El rey David dijo: «Antes de que haya palabra en mi boca, oh, Señor, Tú ya la sabes toda» (Sal 139:4).

Y el autor de Hebreos nos recuerda que «no hay cosa creada oculta a Su vista, sino que todas las cosas están al descubiertoy desnudas ante los ojos de Aquel a quien tenemos que dar cuenta» (Heb 4:13).

Dios conoce a nuestros hijos, a nuestros esposos, a nuestros familiares y amigos. Sabe todo lo que está pasando por nuestra mente y en nuestro corazón. Conoce nuestros pecados y nuestro arrepentimiento. Nuestras preocupaciones y miedos, nuestras alegrías y gozos.

Podemos ir a Él confiadamente en oración, no para que Él conozca lo que estamos pensando o viviendo, sino para reconocer que necesitamos Su ayuda y que dependemos de Él.

Cuando pienso en ese atributo de Dios creo que debe motivarnos a confesar nuestro pecado con prontitud, a apartarnos del pecado con rapidez y a tratar de pensar y meditar en todo lo que es bueno, justo, puro y de buen nombre, para que ese Dios omnisciente que nos conoce no sea contristado por nuestro pecado.

¿Cómo cambiaría nuestra vida si cada día fuéramos conscientes de que Dios sabe exactamente lo que pasa por nuestra mente y corazón?

¿No trataríamos de vivir vidas más santas? ¿Tendríamos más cuidado con lo que pensamos, lo que decimos, lo que hacemos y a dónde vamos?

En la próxima entrada hablaremos acerca de otro de los atributos incomunicables de Dios: Su omnipresencia.

Sirviendo para Su gloria,

Mónica Carvajal

Pd: Este artículo fue publicado originalmente en la página de Facebook de Ella habla Verdad. Usado con permiso.