Teología sistemática 101 (1ra parte)

La teología sistemática nos ayuda a formar una cosmovisión bíblica de la vida. Podemos examinar todo a través de los lentes espirituales y reconocer que aun los aspectos «mundanos» de la vida, encajan en alguna de las categorías bíblicas. De esta manera podemos protegernos del error, refutar el error, defender la verdad y vivir una vida coherente con la mente de Cristo.

Pero ¿qué es la teología sistemática?

Wayne Grudem en su libro «Teología Sistemática» define la misma como “«cualquier estudio que responda a la pregunta, “¿Qué nos enseña toda la Biblia hoy?” sobre cualquier tema dado».

En el libro «Todos somos teólogos» el doctor R.C. Sproul define la teología sistemática como «el estudio ordenado y coherente de las principales doctrinas de la fe cristiana» (p.14).

De esta manera, cuando estudiamos la teología sistemática, recopilamos y comprendemos todos los textos bíblicos relevantes sobre las diferentes doctrinas para poder saber de manera clara y concisa qué creer acerca de cada tema.

Mientras estudiamos la Palabra de Dios vemos que podemos creer en la Biblia, estudiamos su inerrancia y entendemos que no contiene errores. Vemos su autoridad y la aplicamos a nuestra propia vida. Este estudio se conoce como Bibliología.

Al entender que podemos confiar en la Biblia, tenemos tranquilidad para poder creer lo que ella enseña acerca de Dios. Al estudiar y meditar en lo que Dios ha revelado acerca de Sí mismo en la Biblia, entramos en la esfera de la teología conocida como Teología Propia o el estudio de Dios.

Una vez entendemos quién es Dios, nos adentramos en el estudio del hombre, la Antropología Bíblica. Allí encontramos las respuestas acerca de quién es el hombre, sus orígenes, su creación y semejanza a Dios, sus roles según su género, hombre y mujer, entre otros.

Como puedes ver el estudio sistemático de la Palabra de Dios te ayudará a tener claridad en cuanto a lo que crees. En la próxima entrada hablaremos acerca de otras doctrinas que podemos estudiar sistemáticamente.

Sirviendo para Su gloria, Mónica Carvajal